Lo profesional es personal: tu pareja, tu carrera y tú

01 feb 2021

7 min

Lo profesional es personal: tu pareja, tu carrera y tú
autor
Laetitia VitaudLab expert

Autora y conferenciante sobre el futuro del trabajo

A la mayoría de nosotros nos gusta pensar que la vida familiar es algo separado del trabajo, es decir, que trabajo y familia existen en planos diferentes: por un lado está lo “privado”, y por otro lo “profesional”. Pero la realidad es muy distinta. La familia y la pareja tienen una influencia sobre nuestra trayectoria profesional y sobre nuestras decisiones personales. Además, son entidades económicas en sí mismas, en las cuales cada rol individual debe estar bien definido y donde ingresos y gastos deben estar equilibrados.

El hecho de que las familias sean entidades económicas en sí mismas es, en gran medida, el motivo por el que las desigualdades de género tienden a acumularse con el tiempo. En parejas heterosexuales con hijos, los padres tienden a experimentar un impulso en su carrera tras el nacimiento de cada hijo, la llamada “bonificación por paternidad”, mientras que las madres tienden a ver cómo su carrera se estanca o se rebaja cuantos más hijos tienen, lo cual se conoce como “penalización por maternidad”.

Según Jennifer Petriglieri, profesora adjunta de comportamiento organizativo en INSEAD (una prestigiosa universidad francesa), para comprender mejor la dinámica en juego, tanto los profesionales de Recursos Humanos, como los responsables políticos y la sociedad en general deberían dejar de hacernos creer que el trabajo y la familia son entidades separadas. Su libro, Couples that work, es el resultado de cinco años de investigación y entrevistas con más de cien parejas (tanto heterosexuales como homosexuales) procedentes de diferentes países.

En él, Petriglieri identifica los desencadenantes y las trampas más comunes a los que se enfrentan las parejas y replantea el asesoramiento profesional a través de un enfoque centrado en la pareja. Además, clasifica los diferentes acuerdos entre parejas en las que ambos miembros trabajan y describe las tres transiciones por las que cualquier pareja sólida debe pasar en algún momento de su vida.

A continuación hemos incluido algunos extractos del libro que nos han parecido de especial interés:

“Hoy en día, las relaciones de pareja en que ambos miembros trabajan son la norma. En más del 65% de las parejas de Norteamérica y Europa, ambos trabajan, un porcentaje que aumenta cada año. Incluso en países como Japón, donde la proporción de parejas con dos carreras profesionales es menor, la tendencia sigue en alza. Uno de los motivos más obvios de esta tendencia es meramente económico. A día de hoy, en un mundo donde todo es caro e incierto, disponer de dos sueldos supone una gran ayuda para las parejas”.

“A lo largo de mi investigación, he podido hablar con más de cien parejas. Aunque la historia de cada una de ellas es única, todas han experimentado patrones similares de altibajos y todas han tenido que luchar para superar desafíos similares”.

Las diferencias de género en cada ciclo profesional rara vez se discuten en pareja, pero son innegables. Aunque la tendencia está cambiando rápidamente entre las generaciones más jóvenes, en el caso de las parejas nacidas en la década de los 60 o antes, sigue siendo habitual que el hombre asuma la posición profesional principal y tenga un papel más secundario por lo que respecta a los hijos, y que por el contrario la mujer asuma la posición profesional secundaria y sea la figura principal como progenitora. Por lo tanto, no es de extrañar que las carreras de las mujeres a menudo alcancen su punto álgido más tarde que las de los hombres”.

Las tres transiciones por las que toda pareja con dos carreras debe pasar

Tras entrevistar a más de cien parejas, algunas de cuyas historias se explican en el libro, Petriglieri empezó a identificar patrones y similitudes. “Descubrí que las parejas con dos carreras pasan por tres transiciones distintas desde sus inicios como pareja hasta que se jubilan. Cada transición lleva a la pareja a plantearse nuevas preguntas, diferentes preocupaciones y nuevas formas de relacionarse”. Cada transición supone un desafío que podría resultar en una separación.

Como casi todos los aspectos de la vida, la vida de pareja se conforma de una serie de transiciones, y cada una de ellas se define por un periodo de turbulencia seguido de un periodo de estabilidad. Es curioso que, a pesar de que muchas parejas se enfrentan a retos similares y tendríamos que aprender de la experiencia de los demás, las transiciones todavía nos cogen por sorpresa.

1. Primera transición: alcanzar la interdependencia

Durante la primera transición, las parejas pasan de tener carreras y vidas paralelas e independientes a tener carreras entrelazadas e interdependientes. La transición suele producirse tras un gran acontecimiento, como por ejemplo la llegada de un hijo o de una gran oportunidad profesional que implica el traslado a otro lugar. De repente, se ven obligadas a tomar decisiones profesionales para adaptarse al acontecimiento vital al que se enfrentan.

Es ahí cuando se dan cuenta de que no pueden tomar decisiones sin tener en cuenta su impacto en el hogar. Deben negociar con su pareja cómo priorizar sus carreras, y dividir las tareas y compromisos familiares de una forma satisfactoria para ambos. En definitiva, deben aprender a “trazar un camino conjunto por el que avanzar hasta su segunda transición”.

La pregunta a la que deben responder las parejas durante su primera transición es “¿Cómo hacemos que esto funcione?”.

2. Segunda transición: determinar lo que quieres

Una vez que consiguen “hacer que funcione” la primera transición, las parejas con dos carreras suelen enfrentarse a una nueva crisis, la cual desencadena otra transición. Después de varios años compaginando múltiples obligaciones, a veces llega un momento en el que los miembros de la pareja sienten que han perdido su identidad. La segunda crisis puede ser bastante existencial. ¿Cuál es el objetivo del trabajo y de la vida? ¿Nos hemos acabado conformando con lo que esperaban de nosotros nuestros padres o la sociedad? ¿No existe la vida o el trabajo más allá de lo que tenemos ahora?

Según Petriglieri, la segunda transición se basa fundamentalmente en una identificación recíproca, según la cual “las parejas deben dejar de centrarse en las exigencias y expectativas de los demás y averiguar qué es lo que espera realmente cada uno de su carrera, su vida y su relación”. Esto significa que cada individuo debe centrarse en sus intereses y deseos únicos, lo cual a veces implica tener que renegociar los roles que han tenido hasta el momento en el hogar. En otras palabras, el desafío consiste en elaborar una nueva trayectoria conjunta que sea sostenible hasta alcanzar la tercera transición.

La pregunta que las parejas deben responder durante la segunda transición es “¿Qué es lo que queremos realmente?”.

3. Tercera transición: definir quién eres

Por último, pero no menos importante, la tercera transición implica la reinvención personal y como pareja. “El desafío de las parejas en la tercera transición consiste en reinventarse basándose en sus logros pasados, al tiempo que se abren ante nuevas posibilidades para el futuro”. Un desencadenante de esta transición podría ser el denominado síndrome del nido vacío, cuando todos los hijos se han ido de casa, o la simple constatación de que forman parte de la generación más antigua en el lugar de trabajo. Esto puede generar un “vacío de identidad”.

“Este vacío conlleva un sentimiento de pérdida que no se debe ignorar, pero al mismo tiempo abre espacio a nuevas oportunidades”. Es un momento en el que suele haber menos preocupaciones financieras, lo que hace posible que uno de los miembros de la pareja lance un nuevo negocio o cambie de trayectoria profesional. A veces pueden surgir arrepentimientos o asuntos no resueltos de transiciones anteriores que provocan resentimiento o enfado. Al igual que en las otras dos fases, la tercera transición puede terminar en divorcio. “Algunas personas se enfrentan a las tres transiciones con la misma pareja, mientras que otras pasan por diferentes transiciones con diferentes parejas”.

La pregunta que las parejas deben responder durante su tercera transición es “¿Quiénes somos ahora?”.

La trampa de los roles de género en los modelos parentales

Para las parejas con hijos, el cuidado de estos viene acompañado de una serie de “trampas” que pueden poner en peligro a la pareja. En el caso de una pareja en que ambos trabajen, el establecimiento del modelo parental más adecuado puede variar mucho en función de la carrera profesional de cada miembro. En teoría, se trata de una elección consciente, satisfactoria para ambos, pero en la práctica, dicha elección puede estar dictaminada por las normas de género y las expectativas sociales.

Y si bien en la última generación la crianza de los hijos ha sufrido una gran transformación y a día de hoy las parejas pasan mucho más tiempo con sus hijos que una generación atrás, estas normas y deseos se lo pueden poner difícil a las madres a la hora de avanzar en sus carreras profesionales. “A mediados de los años 90, las madres dedicaban una media de 13 horas semanales al cuidado de sus hijos, mientras que los padres dedicaban una media de cuatro. Hoy en día, las madres dedican una media de 18 horas semanales al cuidado de sus hijos, y los padres una media de nueve”.

Las normas y las expectativas relativas a la maternidad y la paternidad han cambiado profundamente, y quienes no las siguen experimentan a menudo un sentimiento de culpa. En realidad, estos cambios reflejan diferentes deseos. Las parejas actuales desean pasar más tiempo con sus hijos, y no porque se sientan obligadas a ello.

Existen tres modelos de crianza, en función de las diferentes formas de priorización de la carrera profesional:

  1. En el modelo del “Progenitor líder”, uno de los miembros de la pareja toma la iniciativa en cuanto al cuidado y la educación de los hijos. Una de las ventajas de este modelo es su claridad. Era el modelo dominante en los años 70, cuando las carreras de las madres pasaban a ser secundarias casi por defecto.

  2. En el modelo del “Progenitor líder por turnos”, las parejas se van turnando el papel del progenitor líder en función de los cambios en sus prioridades profesionales. Gracias a este modelo, cada miembro de la pareja puede experimentar los dos roles. Sin embargo, la principal dificultad reside en encontrar el equilibrio adecuado con la pareja a la hora de decidir cuál es el momento de intercambiar los papeles.

  3. En el modelo de “Crianza compartida”, la pareja se reparte las responsabilidades del progenitor líder, compartiendo tanto la carga emocional como las tareas. Permite dar prioridad a las carreras profesionales de ambos miembros, a pesar de que, con frecuencia, suele existir un desequilibrio oculto: “escapar de los roles tradicionales de género resulta muy difícil, incluso para las parejas con valores igualitarios muy sólidos”.

Traducido por Rocío Pérez

Foto de WTTJ

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