Cómo integrarse en el trabajo cuando eres tímido o introvertido
05 mar 2020
5 min
Psychologue du travail et psychologue clinicienne
Ya está, has conseguido pasar todas las pruebas y ha llegado tu primer día de trabajo en tu nuevo puesto. ¿Tienes miedo de que tu mesa esté a la vista de todos en la sala común? ¿O de las conversaciones a las que tendrás que enfrentarte cuando hagas una pausa para tomar un café? En efecto, el ámbito profesional puede provocar mucha ansiedad a personas tímidas o introvertidas, por lo que su integración en un nuevo puesto puede resultar muy difícil.
Nuestro modelo social promueve la extroversión, que es percibida como la llave maestra del éxito profesional y social. Según Susan Cain, autora de El poder silencioso: La fuerza secreta de los introvertidos (2019, Editorial Kairós), dicha extroversión condiciona al mismo tiempo nuestros espacios vitales, diseñados únicamente para quienes prefieren estar siempre rodeados de gente. Esto puede resultar sorprendente si tenemos en cuenta que una persona de cada tres, o incluso una de cada dos, podría considerarse como introvertida. Sin embargo, tanto los introvertidos como los tímidos tienen excelentes cualidades que pueden marcar la diferencia en el ámbito profesional. Repasamos algunas de las ventajas de esta forma de ser, y explicamos de qué forma puedes integrarte más fácilmente en un nuevo equipo de trabajo.
¿Tímido o introvertido?
En efecto, ambos términos a menudo se confunden y están mal definidos.
Los conceptos de introversión y extroversión, que fueron descritos por el médico suizo Carl Gustav Jung en 1921, hacen referencia a la manera en la que los individuos responden a los estímulos, sobre todo a los sociales. Estos dos rasgos de personalidad son opuestos: los introvertidos necesitan pasar tiempo solos para reponer fuerzas, mientras que los extrovertidos han de recargar pilas interactuando con otras personas.
Para los introvertidos, los intercambios sociales pueden ser difíciles, por lo que optan por centrarse en su mundo interior, toman tiempo para pensar tranquilamente y formular sus ideas. Son más tranquilos, más discretos, menos expresivos, y les cuesta compartir sus emociones y transmitir lo que piensan. Sin embargo, contrariamente a lo que se cree, los introvertidos no tienen por qué tener problemas a la hora de relacionarse, algo que sí le ocurre a las personas tímidas.
La timidez es un rasgo de personalidad más bien ligado a la ansiedad social, que se caracteriza por el miedo a ser juzgado de manera negativa en la sociedad. A los tímidos les angustia lo que los demás piensen de ellos, por lo que tienden a evitar las interacciones sociales y a tomarse tomarse un tiempo para volcarse en su mundo interior. De esta manera, tanto los introvertidos como los extrovertidos pueden experimentar timidez, pero ésta no forma parte de la introversión.
Me recoozco en estos rasgos, ¿cómo me afecta?
Los introvertidos y los tímidos no suelen dar buena imagen en la sociedad actual, pues ésta preconiza la autopromoción, el dinamismo desbordante y la elocuencia. Sin embargo, son personas con cualidades innegables que, de saber utilizarlas, pueden resultar verdaderas habilidades en el ámbito profesional. Veamos un resumen de las ventajas y los inconvenientes de ser tímido o introvertido en el trabajo.
Ventajas
Saben escuchar: los tímidos y los introvertidos suelen escuchar más y ser más observadores que sus compañeros extrovertidos. Sin embargo, no hay que generalizar, pues no todos los introvertidos tienen esta capacidad.
Valoran mejor el riesgo: como tienden a reflexionar más antes de actuar, los introvertidos suelen arriesgarse menos y se muestran más prudentes a la hora de tomar decisiones.
Solo se expresan después de haber pensado mucho: tanto los introvertidos como los tímidos hablan poco pero, normalmente, sus reflexiones son más elaboradas y pertinentes.
Inconvenientes
Son poco espontáneos: tanto los introvertidos como los tímidos pueden mostrar poca espontaneidad cuando trabajan en equipo, pero sus razones son diferentes. Los tímidos reflejan así su miedo a ser juzgados si expresan su opinión, los introvertidos, sin embargo, sienten la necesidad de tomarse un tiempo para pensar antes de formular una idea u opinión, pero luego se sentirán cómodos cuando llegue la hora de compartirla con los demás.
Se aíslan con respecto al grupo: los dos rasgos de personalidad comparten esta característica y se aíslan de manera voluntaria de los grupos. Por ello, a veces se les percibe como muy reservados o incluso “marginados”.
Les cuesta asumir responsabilidades: esta característica corresponde más a los tímidos que a los introvertidos. No obstante, una persona introvertida puede ver las responsabilidades como un factor añadido de ansiedad social, ya que éstas le hacen más visible.
Consejos para integrarse en un equipo cuando somos tímidos, introvertidos o ambas cosas
Cabe recordar que ninguno de los dos rasgos de personalidad presentados aquí son patologías. Debes tratar los consejos que damos a continuación como simples ideas que pueden ayudarte a atenuar los problemas asociados a ellos y a integrarte más fácilmente en tu nuevo trabajo.
Analiza tranquilamente las diferentes personalidades de los miembros de tu equipo
Cuando empieces a trabajar en un equipo nuevo, tu capacidad de observación será una gran ventaja a la hora de entender la dinámica del grupo de trabajo. Esta fase analítica te permitirá identificar las diferentes relaciones a las que tendrás que enfrentarte y saber qué compañeros funcionan como tú y podrían convertirse en tus aliados.
Instaura rituales de convivencia
Para cualquier grupo social resulta importante establecer rituales. Esto puede parecer difícil tanto si eres introvertido como tímido, pero es importante que participes, aunque sea discretamente, si quieres conseguir integrarte. Además, si te das cuenta de que no hay ningún ritual establecido todavía (cada uno come por separado o nadie hace planes comunes después del trabajo, por ejemplo) no dudes en ser el primero en hacerlo. ¿Por qué no propones hacer la reunión de los viernes por la mañana alrededor de una mesa de desayuno o intentas organizar alguna comida con tus compañeros? ¿Te parece complicado? El primer paso puede ser proponérselo al compañero más cercano que tengas.
Deja claro cómo trabajas
Como ya hemos visto, tanto la introversión como la timidez pueden ser mal percibidos y dar lugar a una primera impresión negativa. De hecho, a veces se comparan con comportamientos antisociales o antipáticos. Por ello, explicar amablemente tu modo de trabajar puede ser una buena idea. Puedes decir, por ejemplo: “Necesito tiempo para pensar en lo que hemos hablado, pero después de comer podemos vernos y te doy mi opinión”.
Haz pausas
Empezar a trabajar en una empresa nueva puede ser todo un reto, sobre todo si eres tímido o introvertido. Por eso es importante que hagas pausas de vez en cuando para recargar las pilas y poder centrarte en ti mismo. Por ejemplo, puedes dedicar unos 15 minutos del descanso de la comida para pasear o leer en un parque cercano.
Prioriza el cara a cara
¿Te sientes más a gusto cuando las interacciones son en persona y te permiten comunicarte más profundamente? Si te es posible, propón reuniones individuales y trata de expresar lo que piensas tranquilamente.
Pide ayuda si te resulta demasiado difícil
Si tu timidez realmente te molesta y afecta a tu día a día, o tu introversión hace que tus compañeros pongan en cuestión tu trabajo, no dudes en consultar un terapeuta. Este podrá darte las claves para entender tu problema e ideas para atenuarlo.
Los primeros días en un puesto nuevo y estimulante siempre generan algo de ansiedad. Para los introvertidos y los tímidos, adaptarse a un equipo nuevo e integrarse puede ser muy complicado, pero, como ya hemos visto, es posible tratar el problema y llegar incluso a superar el reto con brillantez. Susan Cain, siendo ella misma introvertida, propone tres maneras de cambiar nuestra manera de ver la introversión:
“Número uno: olvidad la obsesión de tener que trabajar siempre en grupo. […] Necesitamos mucha más autonomía y libertad en el trabajo. […] Número dos: id al desierto, sed como Buda, tened vuestras propias revelaciones. […] Número tres: examinad lo que tenéis en vuestra propia maleta y por qué lo habéis metido”.
En otras palabras, no pidas disculpas por ser como eres: todos tenemos algo que aportar y el trabajo colectivo, alimentado por los puntos fuertes (y débiles) de cada uno, es lo que hace que un equipo tenga éxito.
Traducido por María Gutiérrez
Foto de WTTJ
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