Por qué te comparas con los demás (y por qué dejar de hacerlo)

03 jun 2019

4 min

Por qué te comparas con los demás (y por qué dejar de hacerlo)
autor
Elsa Andron

Psychologue du travail et psychologue clinicienne

A menudo compararse es un simple acto reflejo, algo que hacemos sin querer. Nos comparamos con los demás en todos los ámbitos de la vida. Comparamos nuestro rendimiento en el trabajo e incluso nuestras relaciones amorosas. Pero, ¿por qué lo hacemos si lo único que conseguimos es hacernos daño? Te damos la clave para que dejes de compararte con los demás, ya que hacerlo resulta nefasto para tu moral y para tu vida profesional.

¿Por qué nos comparamos?

El ser humano es un ser eminentemente social. Henri Wallon, célebre psicólogo infantil, escribió lo siguiente: “El individuo es un ser social, no como consecuencia de contingencias exteriores sino como consecuencia de una necesidad íntima. Lo es genéticamente”. La comparación social es, por lo tanto, un proceso vital innato en nuestra manera de funcionar y que afecta a todas las esferas de la vida. Nos comparamos de manera casi automática y lo hacemos con fines diversos.

En nuestra vida profesional, tendemos a compararnos para:

  • sentirnos más seguros de nuestro rendimiento laboral y nuestras capacidades
  • sentirnos más seguros de nuestro papel dentro de una empresa o un equipo
  • aumentar nuestra autoestima
  • reforzar nuestra identidad profesional

La comparación social: beneficios y límites

Varios estudios realizados por Triplett y Meumann en el ámbito de la psicología social han demostrado que la simple presencia de otra persona, ya sea de manera activa o pasiva, tiene un efecto diferente sobre nuestro rendimiento profesional. Pero también influye la situación en la que nos encontramos. Dichos estudios aseguran que:

  • Si estamos en una sala con otra persona y controlamos y conocemos la situación, nuestra motivación aumenta. Por consiguiente, también lo hace nuestro rendimiento, tanto motriz como intelectual. Esta clase de comparaciones entre personas, en este tipo de situaciones, se conoce como facilitación social (Triplett).
  • Por el contrario, cuando nos enfrentamos a una tarea que no controlamos y tenemos que pasar por un proceso de aprendizaje, la presencia de otra persona suele tener un efecto negativo sobre nuestro rendimiento. ¿Por qué? Porque la presencia del otro nos incita a dar una respuesta rápida, no reflexionamos lo suficiente, y en muchas ocasiones no damos la respuesta correcta.

Desgraciadamente, y por naturaleza, tendemos a compararnos con personas que consideramos mejores que nosotros. Esto tiene un impacto muy negativo sobre nuestra autoestima, sobre todo si tenemos una autoestima frágil. Compararse con compañeros que consideramos mejores que nosotros nos hace ser más negativos en relación a nuestras competencias, capacidades y cualidades.

¿Qué puedes hacer para dejar de compararte con los demás?

Como hemos visto, compararse con los demás es un reflejo humano, y no vamos a aconsejarte que vivas como un ermitaño para dejar de compararte. Pero sí podemos darte algunos consejos para que consigas compararte menos y, sobre todo, para que no te afecte tanto:

1. Identifica en qué situaciones lo haces

A menudo nos comparamos sin darnos cuenta y el resultado es normalmente negativo (autoestima baja, agresividad, enfado, envidia, incluso celos). Lo primero que debes hacer es observarte a ti mismo:

  • ¿Cuándo te comparas con los demás?
  • ¿En qué contexto lo haces?
  • ¿Por qué lo haces? ¿Con qué objetivo?

Habitualmente nos comparamos cuando deseamos algo o tenemos un objetivo personal. Por esta razón, es importante hacer un primer ejercicio de análisis para conocerse mejor y tratar de entender con qué propósito nos comparamos.

2. Relativiza

Compararse con los demás es una acción irracional. A menudo comparamos cosas que ni siquiera son comparables. Es importante tener en cuenta que todos somos únicos y tenemos nuestro propio temperamento, personalidad e historia. Por lo tanto, no tiene sentido comparar nuestro rendimiento en el trabajo con el de otra persona, pues lo que somos tiene una gran influencia.

Es necesario que tengas esto en cuenta cuando te compares con alguien. Por ejemplo: si comparas tu trayectoria profesional con la de un compañero porque envidias su puesto, recuerda que seguramente no conozcas su situación real, por lo que no puedes juzgarla. Debes tener en cuenta la situación global. Comparar nuestra situación (que conocemos perfectamente) con la situación de otro (que solo conocemos por las opiniones de los demás o por la manera en que la persona en cuestión presenta parte de su carrera) resulta irrealista, incluso nefasto.

3. Para, desconecta, respira

La época en la que vivimos nos incita a compararnos socialmente. Las nuevas tecnologías y las redes sociales hacen que siempre estemos conectados de manera virtual con los demás (compañeros, empresas) y en muchos casos se trata de conexiones ficticias. En efecto, las redes sociales pueden hacer que baje nuestra autoestima, porque presentan una imagen truncada y falsa de los demás. Siempre es bueno recordar que en este tipo de plataformas de comunicación todos proyectamos lo mejor de nosotros mismos e incluso cosas que no son del todo ciertas (maquillamos nuestra trayectoria profesional y mostramos una amplia red de contactos, pero en realidad tenemos pocas relaciones auténticas).

Si eres de los que tienen una autoestima frágil, te aconsejamos que desconectes de las redes sociales, ¡o que aprendas a relativizar lo que lees en ellas!

4. Valora tus logros

Ponerse el listón demasiado alto incita al fracaso ya que, si nunca alcanzamos nuestros propósitos, nos desmotivamos. Es importante fijarnos objetivos realistas y factibles, y felicitarnos cuando los alcanzamos. Por ejemplo, antes de fijarnos el objetivo de conseguir un puesto en cinco años, deberíamos pensar: ¿es realista? ¿es factible? Quizás sería mejor esperar un año y pasar por un puesto intermedio? También es importante repasar el camino recorrido y valorar nuestros pequeños logros, que se convertirán en una victoria a largo plazo.

La gente con la que nos cruzamos en nuestra vida profesional y personal es la que nos inspira y hace que nos fijemos objetivos. Nuestro objetivo con este artículo es ayudarte a que sigas inspirándote en los demás pero sin infravalorarte ni sentir envidia. Reflexiona sobre la meta que quieres alcanzar. Párate un minuto y piensa: ¿alcanzarla me hará realmente más feliz?

Traducido por Maria Gutiérrez

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