La siesta en el trabajo: así la duermen (o no) alrededor del mundo
01 abr 2019
6 min
Los beneficios de la siesta son universales. Es la única solución natural ante la inevitable somnolencia que todos sentimos seis horas después de levantarnos. Sin embargo, la siesta no ocupa el mismo estatus en todas partes, y menos aún cuando se trata de echar una cabezada en el trabajo. Para descubrir sus diferentes matices, Welcome to the Jungle te invita a dar una pequeña vuelta al mundo de las siestas en la oficina.
Historia de la siesta
La siesta siempre ha formado parte integrante de la vida de nuestros antepasados, ya sea en la época del hombre de las cavernas o en la de los filósofos de la Ilustración. En efecto, nuestro reloj biológico nos pide, de manera natural, que respetemos un ritmo de sueño en dos fases: una fase larga (la noche) y una fase corta (la siesta). Debemos practicar esta última fase corta seis horas después de habernos despertado de la fase larga.
Pero la siesta fue abandonada con la Revolución Industrial (entre los siglos XVIII y XIX) y la urbanización de la población. El calor a mediodía se soportaba mejor, ya que se trabajaba en el interior y no en el campo. Además, el trabajo en cadena en las fábricas exigía la presencia constante de los obreros, por lo que dormirse en el trabajo pronto pasó a considerarse inapropiado.
Sin embargo, la siesta no ha muerto y actualmente está intentando hacerse un hueco y regresar a nuestros lugares de trabajo con el fin de facilitar nuestro bienestar, por supuesto, pero también como herramienta para mejorar el rendimiento profesional. En efecto, está comprobado que una siesta de 15 minutos tiene efectos notables sobre nuestra atención, nuestro humor y nuestra memoria, aumenta nuestro rendimiento cognitivo de manera general (fuente: NASA) y reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un 37% (fuente: Harvard).
Asia y su cultura favorable a la siesta
China
Sorprendentemente, los chinos son los grandes campeones de la siesta. En el país más poblado del planeta, el derecho al descanso está inscrito (desde 1948) en el artículo 43 de la Constitución: “Los trabajadores de la República Popular China tienen derecho a descansar”. Históricamente, la práctica de la siesta encuentra su origen en la antigua China ya que, según los conceptos del yin y del yang, permite restablecer el equilibrio y la armonía.
Las condiciones laborales pueden ser particularmente duras en China, pero, a la hora de la siesta, a nadie le asusta que le pillen dando una cabezada encima del teclado. ¡Seguramente el jefe también esté echándose una siesta!
La manera de concebir la siesta en China podría resumirse así: “Estoy cansado porque he trabajado mucho, así que necesito descansar para poder seguir trabajando más”. Un concepto que a los occidentales nos cuesta entender, ya que consideramos que la empresa no nos paga por dormir… Nuestra visión resulta en realidad algo obsoleta ya que ¿qué jefe de empresa se negaría a que su empleado se echara una siesta, si esta le permite ser más productivo después?
Históricamente, la práctica de la siesta encuentra su origen en la antigua China ya que, según los conceptos del yin y del yang, permite restablecer el equilibrio y la armonía.
Japón
En Japón, la siesta no está inscrita en la Constitución. Sin embargo, el concepto se acepta en cualquier tipo de empresa. La idea de echarse la siesta en el trabajo tiene incluso un nombre propio: inemuri, que literalmente significa “dormir estando presente”. Todos lo practican, ya sea en solitario (en el despacho), o en plena reunión, sin diferencia alguna.
Algunos trabajadores japoneses incluso fingen estar dormidos porque está bien visto por sus superiores, ya que si no están cansados a mitad de la jornada los demás pensarán que no han trabajado lo suficiente por la mañana. Así, en el país del sol naciente hay pocas vacaciones, pero todos te dejan en paz si te da por dormir en plena reunión de marketing.
Otra explicación relacionada con el hecho de que la siesta esté democratizada en la mayoría de los países asiáticos tiene que ver con el tipo de medicina. En occidente, la medicina tradicional es paliativa: nuestros médicos se centran en curar a pacientes que padecen una enfermedad. En Asia, la medicina tradicional es preventiva y, por ello, la población prefiere adoptar un estilo de vida de acuerdo con sus necesidades naturales.
En Japón, si no estás cansado a mitad de la jornada, los demás pensarán que no has trabajado lo suficiente por la mañana.
La cultura anglosajona: contraria a la siesta
El país donde más va a costar que la siesta regrese a los lugares de trabajo es… Reino Unido. Comparada con los países asiáticos, Reino Unido parece ir con retraso. El profesor Vincent Welsh, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Londres, explica que la población activa inglesa está “obsesionada” con el hecho de permitirse una única fase de sueño: la noche. Además, la cultura local hace que los trabajadores no suelan quedarse en la oficina después de las 6 de la tarde.
En Estados Unidos, por el contrario, siempre se ha tolerado una microsiesta, pero nunca se ha fomentado. Lo que cuenta es el rendimiento profesional. Por ello, si un colaborador (un diseñador, por ejemplo), necesita echarse una siesta para ser más creativo (y decide hacerlo en su despacho sin molestar a nadie), no hay razón para que nadie le critique. Sin embargo, si un comercial se dispone a dormir durante un cierre de ejercicio, sin alcanzar sus objetivos… ¡se puede meter en un buen lío!
En Silicon Valley, en la costa oeste de Estados Unidos, la cosa cambia. Allí, la “guerra de talentos” es más intensa que en cualquier otro lugar y para poder atraer a genios de todo el mundo, han tenido que adaptarse y nadar contra su propia corriente cultural. Por eso, las start-ups desarrollan iniciativas que facilitan el bienestar y proponen, por ejemplo, zonas de siesta. Seguramente, para los estadounidenses este gesto no tiene mucha importancia, pero para un ingeniero chino o japonés puede ser un argumento de peso.
Los países europeos, en desacuerdo
Alemania
Las empresas británicas no son las únicas de Europa que se resisten al regreso de la siesta al trabajo: lo mismo ocurre en Alemania. Por más que Angela Merkel tache a los países del sur de Europa de perezosos, cada vez más dirigentes sindicales alemanes piden a sus compatriotas que imiten a dichos países, al menos en un aspecto: reinstaurar la siesta.
Los alemanes también acostumbraban a echarse la siesta antes de la llegada de la Revolución Industrial. Una vez más, la necesidad de mano de obra en las manufacturas provocó la desaparición de este hábito, como en gran parte de norte de Europa. A pesar de todo, la idea de restablecer la siesta comienza a abrirse camino también en Alemania, donde grandes empresas alemanas como BASF, Opel y Lufthansa ya ofrecen zonas de descanso a sus empleados, aunque siguen siendo iniciativas poco generalizadas.
Por más que Angela Merkel tache a los países del sur de Europa de perezosos, cada vez más dirigentes sindicales alemanes piden a sus compatriotas que imiten a dichos países, al menos en un aspecto: reinstaurar la siesta.
Francia
En Francia, echarse la siesta en el trabajo está bien visto en la mayoría de start-ups y empresas del sector tecnológico, donde la rotación de personal es importante y, por lo tanto, la calidad de vida en el trabajo también. Pero en el ámbito de las finanzas, de la gran distribución o incluso de la industria, la siesta aún tiene mucho camino por recorrer antes de lograr ser realmente aceptada.
Y es que aunque los franceses siempre han estado entre los campeones del mundo del estrés en el trabajo, estos últimos años Francia se ha convertido en escenario de una verdadera sensibilización con respecto al bienestar en las empresas. Se trata de una tendencia general difícil de ignorar, en un contexto en que la “guerra de talentos”, al igual que ocurre en Silicon Valley, es cada vez más salvaje. Uno de los factores más importantes es la calidad del sueño, que ejerce un impacto notable sobre el conjunto de nuestra capacidad cognitiva. Esta tendencia aparece en un momento ideal y nos recuerda que, más que un lujo, la siesta es una necesidad, sobre todo en el trabajo.
Aunque los franceses siempre hayan estado entre los campeones del mundo del estrés en el trabajo, estos últimos años Francia ha sido escenario de una verdadera sensibilización con respecto al bienestar en las empresas.
España
Y para terminar con Europa, resultaría imposible hablar de siesta sin hablar de España. Para nosotros, la siesta es sagrada, tan sagrada que la mayoría de las empresas españolas sigue ofreciendo una pausa para comer de al menos dos horas. Con esos horarios, ni siquiera hay que dormir en la oficina, ¡da tiempo a volver a casa! Sin embargo, según algunos políticos españoles, la pausa para comer es demasiado larga, ya que consideran que un descanso tan largo a mitad del día es una desventaja competitiva cuando se trabaja con socios europeos.
Pero es probable que se necesite mucho más que un argumento económico para que los españoles dejemos de dormir la siesta. Se trata de una costumbre que forma parte de nuestra herencia, principalmente rural. Proviene de una época en que las temperaturas resultaban infernales a mitad de la jornada y hacían que fuera imposible trabajar en el campo. Otros países, como Italia, Grecia y Portugal, también siguen este mismo modelo.
Traducido por María Gutiérrez Alonso
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