Cómo dejar de llegar siempre tarde al trabajo
04 abr 2019
5 min
“El retraso es la buena educación de los artistas”, André Maurois, novelista
Por mucho que algunas citas o frases hechas traten de otorgarle encanto, la falta de puntualidad puede ser un verdadero calvario.
¿Alguna vez has dejado escapar una buena oportunidad por llegar tarde? ¿Siempre terminas tus proyectos en el último momento y con estrés? ¿Por mucho que te esfuerces en cambiar, no lo consigues? ¿Te fastidia a ti y también a los que te esperan? Si es así, este artículo es para ti. Welcome to the Jungle te ayuda a entender por qué nunca consigues ser puntual y cómo puedes dejar atrás esa (mala) costumbre.
¿Por qué siempre llego tarde?
1. No tengo una buena noción del tiempo
¿Siempre vas con retraso? Un estudio realizado en el año 2003 por Jeff Conte, de la Universidad Estatal de San Diego, en Estados Unidos, demostró que algunos conductores de metro de Nueva York (investigaron a un total de 181) no conseguían ser puntuales porque su percepción del tiempo era diferente de la habitual. Para los conductores “eficaces” un minuto representaba 58 segundos, mientras que para el resto… ¡hasta 77 segundos! Si la diferencia no te parece importante, coge una calculadora y suma los segundos en un día entero.
“Nunca intentes llegar a la hora. Intenta llegar con antelación. Esto te permitirá llegar justo a tiempo”. Diana DeLonzor, autora de Never Be Late Again
2. Mi falta de puntualidad tiene que ver con mi personalidad
Algunos factores psicológicos contribuyen al retraso crónico. Un estudio llevado a cabo en los años noventa por Diana DeLonzor (autora de Never Be Late Again: 7 Cures for the Punctually Challenged) puso de manifiesto que los tardones compulsivos presentaban en común algunos rasgos de personalidad como la ansiedad o la falta de autoestima. DeLonzor distingue siete tipos de personas impuntuales:
- El deadliner. Es el perfil más común. Se trata del tardón que únicamente consigue ser productivo cuando el tema es urgente y solo trabaja bien bajo presión. Este tipo de impuntuales se enfrenta a diario al desafío de la procrastinación.
- El producer. Intenta hacer la mayor cantidad de cosas en el menor tiempo posible, pero subestima la duración de las tareas que debe efectuar. Así, el “productivo” prevé demasiadas actividades para un solo día.
- El absent-minded (o despistado). Se deja distraer fácilmente y no consigue ir del punto A al punto B sin irse por las ramas y pasar por los puntos C, D… Este tipo de impuntuales, en lugar de hacer avanzar eficazmente un único proyecto, tiende a dispersarse con tareas secundarias.
- El rationalizer. Es incapaz de reconocer que es impuntual y le echa la culpa a los factores externos (atascos de tráfico, incidencias en el metro…). Desgraciadamente, cuando este tipo de personas forma parte de un equipo de trabajo, todos sus miembros tienen que escuchar sus excusas.
- El indulger (o resignado). Le cuesta gestionar su tiempo y se reprocha a sí mismo su impuntualidad. De tanto intentar persuadirse, el indulger suele acabar tirando la toalla y pensando que nunca dejará de tener la mala costumbre de llegar tarde.
- El evader (o rey de la elusión). Trata de dominar su ansiedad teniéndolo todo bajo control. Por ejemplo, no sale de casa hasta que no está perfectamente ordenada, aunque eso haga que llegue tarde.
- El rebel. Es una persona que disfruta llegando tarde porque le gusta la idea de que la esperen. A veces se trata de personas con poca seguridad en sí mismas que se complacen con la mera idea de que alguien las esté esperando.
¿Te identificas con alguna de estas descripciones? Hemos clasificado los siguientes consejos por tipos de personalidad, ¡pero todos son válidos para acabar con la impuntualidad!
4 consejos para acabar con la impuntualidad
1. Para los deadliners: vencer a la procrastinación
¿Qué estudiante no ha repasado alguna vez el contenido de un examen en el último momento? Tender a aplazar las tareas que no tienes ganas de hacer es comprensible, pero procrastinar continuamente puede terminar contaminando tu día a día. Puede que no consigas entregar los proyectos a tiempo o, si lo consigues, que su calidad deje mucho que desear. ¡Piensa que terminar un proyecto bien y a tiempo es gratificante y bueno para la autoestima!
- Haz una lista de cosas por hacer lo más detallada posible.
- Envíate mensajes que te ayuden a arrancar cada día. Por ejemplo, pega algunos post-it encima de la mesa. Te ayudarán a centrarte en las tareas que tienes que hacer al día siguiente.
- Divide las tareas más importantes en tareas más pequeñas.
- “Todo trabajo tiene su recompensa”: cuando consigas terminar una tarea a tiempo (o la primera parte de un proyecto) concédete un descanso.
- Dedica un tiempo limitado a cada tarea. Define la duración mínima de cada tarea (por ejemplo, leer al menos cinco artículos a la semana) y también la duración máxima (como no dedicar más de media hora a leer e-mails cada mañana).
2. Para los absent-minded: dejar de distraerse
No dispersarse es como un deporte: requiere disciplina y práctica. La próxima vez que notes que te estás distrayendo con algo, que no estás centrado en lo que estás haciendo, o que estás a punto de tirar la toalla y parar de trabajar, prueba con alguno de los siguientes consejos:
- Aguanta y sigue trabajando unos 15 minutos más: no ceder inmediatamente ante las ganas de hacer algo fortalece la fuerza de voluntad.
- Plantéate si realmente prefieres consultar las redes sociales a terminar antes el trabajo. Calcula si te compensa más el placer inmediato (distraerte un rato) o tu desarrollo profesional a largo plazo.
3. Para el producer, el evader o el indulger: reforzar la organización
La fuerza de voluntad funciona como las pilas: cuanto más la uses, más se gastará. Tanto en el trabajo como en casa ¡tu consigna debe ser la organización! Existen técnicas fáciles de instaurar que evitarán que te sientas desbordado:
- Ahorra tiempo en las tareas que se repiten y te hacen perder energía inútilmente. En el trabajo, automatiza todo lo que puedas.
- Cada fin de semana haz una lista con las tareas personales y profesionales que quieres dejar terminadas durante la semana siguiente.
- Al final de cada día, tacha las tareas cumplidas y aplaza el resto hasta el día siguiente.
- Escribe todos los comentarios, ideas y proyectos que se te ocurran: listas, organigramas, post-its en la puerta de entrada… Cualquier truco que te ayude a tener las cosas en mente es válido.
4. Para todos: cuidarse y dormir
La falta de sueño es una de las principales causas de la falta de puntualidad. Procura acostarte a una hora que te permita dormir lo suficiente cada día. ¡Nada es más importante que disfrutar de un sueño de calidad para poder afrontar un nuevo día!
Por ejemplo, aplicaciones como SleepyTime te indican a qué hora tienes que acostarte y levantarte para no romper tus ciclos de sueño. En efecto, nuestro sueño consiste en una sucesión de ciclos de aproximadamente 90 minutos por lo que, aunque durmamos ocho horas, si nuestro despertador suena en medio de un ciclo de sueño nos sentiremos cansados durante todo el día siguiente.
¿Cómo afecta mi retraso a mi tribu?
La puntualidad es un rasgo de la personalidad muy apreciado en las empresas. Es señal de buena educación, modales y fiabilidad. ¿A menudo llegas tarde, pero piensas que no tiene importancia porque siempre consigues terminar tu trabajo?
Cambia el chip: eres una fuente de estrés para la empresa y tus compañeros te ven como alguien irrespetuoso y poco fiable. Tu equipo nunca puede contar contigo a tiempo, con lo que desordenas su funcionamiento. Además, tus compañeros (que sí son puntuales) ya llevan rato trabajando cuando tú llegas.
¿Qué riesgos tiene ser impuntual?
Tu empresa te exige unos horarios precisos. Todos podemos justificar sin problema un retraso causado por un acontecimiento extraordinario (que tenga que ver con las inclemencias del tiempo o con incidencias importantes relativas a nuestro medio de transporte, por ejemplo). Sin embargo, un retraso que se repite y que no tiene razón de peso puede ser objeto de un aviso, de sanciones (como una retención del salario) e incluso de despido por falta grave. Estas razones deberían bastar para hacer reflexionar a los que tienen esta mala costumbre y conseguir que se esfuercen y cambien. Con un poco de fuerza de voluntad, ¡todo es posible!
Traducido por María Gutiérrez Alonso
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