Escuchar música para trabajar: ¿a favor o en contra?
08 may 2020
5 min
Periodista freelance
Decía el escritor ruso León Tolstói que la música “es la taquigrafía de la emoción”, pues hay melodías que pueden erizarnos la piel, desatar el llanto, reconfortarnos… Escuchar una canción en el momento oportuno puede arreglar un mal día, ayudar a evadirnos por unos segundos e incluso teletransportarnos. Sin embargo, cuando es nuestro cuerpo el que permanece en la silla de la oficina y nuestra mente la que emprende un largo viaje a miles de kilómetros, ¿es la música buena compañera para nuestra productividad o puede convertirse en una distracción?
¿Escuchar música mientras trabajas te hace menos productivo?
Las primeras investigaciones que han ahondando en la relación que se establece entre música y productividad en el trabajo se remontan a la década de los 70. Desde entonces han proliferado estudios muy diversos. Uno de ellos, realizado por la Universidad Middle Tennessee State y que data de 1977, y adelantaba que la música no favorece la productividad a la hora de desarrollar tareas que requieren de procesos cognitivos complejos.
En esa misma línea, encontramos una de las investigaciones más recientes realizada por Takahiro Tamesue de la Universidad Yamaguchi, en Japón. El experimento que llevó a cabo se basó en analizar los efectos sobre los procesos neurológicos de diferentes tipos de sonido, y concluyó con lo siguiente: la mejor música para trabajar es el silencio.
La cuestión ha generado una gran controversia y cuenta con tantos defensores como detractores. Estos son sus argumentos:
A FAVOR
Ya sea para bloquear ruidos o para ir en busca de inspiración, son muchos los profesionales que llenan sus horas de trabajo con música. Especialmente para los colectivos que trabajan en sectores creativos, las melodías tienen un papel relevante como estímulo para hacer que su trabajo fluya en una u otra dirección: ilustradores, diseñadores gráficos o fotógrafos ven en ella grandes dosis de inspiración.
Pero la música también puede estar presente en actividades que van más allá de la creación artística. De hecho, con la llegada del confinamiento y del teletrabajo forzoso, son numerosas las plataformas que se han lanzado a crear listas de reproducción para acompañar a los trabajadores. Aunque, en general, el encanto suele residir en crear tu propia playlist, según tus necesidades.
Para quienes consideran que la música es un elemento imprescindible de su jornada laboral, los beneficios que esta les aporta se ven reflejados a distintos niveles:
Aumenta nuestros niveles de dopamina
Cuando escuchamos música se liberan neurotransmisores como la dopamina. Esto nos hace sentir mejor, más felices, y nos ayuda a aliviar esas tensiones que hayamos podido acumular. Si al escuchar música te sientes más contento y relajado, ese estado de ánimo probablemente se refleje en la relación con tus compañeros y en la atmósfera de trabajo que se crea. Trabajar de buen humor puede mejorar las relaciones interpersonales y el sentimiento de comunidad.
Fomenta la creatividad
Esto permite que las ideas fluyen de otra forma y libera tu imaginación y creatividad. Puede ser una fuente de inspiración que te ayude a mejorar la calidad de tu trabajo, especialmente si perteneces al sector creativo.
Es el caso de Iñigo, fotógrafo, para quien la música no es un simple acompañamiento, sino una pieza fundamental en su proceso creativo. Es uno de los recursos que utiliza para inspirarse, por lo que, según explica, siempre ambienta sus sesiones con música. “Es una herramienta muy importante también para dirigir al modelo y para ayudarle a que se relaje”, comenta. Íñigo asegura además que, una vez en casa, la música también le ayuda a la hora de editar y maquetar las fotografías, especialmente para “construir la narrativa de la historia” que quiere contar.
En el caso de Judit, diseñadora gráfica, se toma unos segundos para perfilar cuál va a ser la intencionalidad de su playlist: “En función del cliente o el objetivo de la pieza que estoy diseñando, el estilo es uno u otro. Cuando el diseño es fresco y dinámico, prefiero escuchar ritmos más vivos y alegres. Pero para piezas más formales, selecciono canciones con un tempo más pausado”. La música es para Judit creadora de atmósferas dispares y ella decide en cuáles se adentra.
Ayuda a atenuar ruidos del exterior
Cuando lo que necesitas es bloquear sonidos de fondo para lograr concentrarte, la música puede convertirse en una gran aliada. Los perfiles más analíticos pueden servirse de un hilo musical con el objetivo de abstraerse de lo que sucede a su alrededor y prestar total atención a la tarea que están realizando.
Hay quienes se deshacen de esos ruidos poniendo banda sonora a sus días de trabajo, como Oriol. Es programador de videojuegos y trabaja al son de ritmos de Blade Runner, The Martian o Game of Thrones. Siempre escucha música mientras trabaja, pero orientada a un objetivo que dista de procesos creativos: la usa principalmente para abstraerse del exterior y centrarse en su tarea. Eso sí, debe cumplir con una condición: “Tiene que ser algo que ya haya escuchado. Así mi cerebro no se distrae con canciones nuevas”.
Es por ello que la música también puede ser una buena compañera para quienes realizan actividades repetitivas que no requieren demasiada concentración. Pues no solo les aísla de los sonidos del exterior, sino que puede servir para marcar el ritmo de las tareas.
EN CONTRA
Para muchos, la música no es precisamente un instrumento con el que desempeñar mejor su trabajo. Algunos perfiles más analíticos y/o científicos, o incluso de gestión o dirección, parecen anteponer el silencio. Sus principales actividades no suelen ser de tipo creativo, por lo que, antes que dejarse llevar por el ritmo y dejar volar su imaginación, optan más bien por trabajar con los altavoces apagados.
Para este tipo de perfiles, escuchar música al mismo tiempo puede generarles ciertos inconvenientes:
Se convierte en distracción
Son muchos los que no encuentran en la música una agradable compañía, si no más bien todo lo contrario. Sobre todo cuando hay que realizar tareas que, lejos de ser acciones repetitivas, requieren una atención especial.
A Natalia, directora de cuentas en una agencia de comunicación, le es imposible trabajar escuchando música porque, sencillamente, le encanta. Aunque suene paradójico, tiene una explicación: “Me gusta tanto que me distrae. Me trae buenos recuerdos y me evado sin querer. Mi cerebro la relaciona directamente con experiencias vividas, y eso hace que no me concentre”. Para evitarlo, algunos optan por huir del silencio con otro tipo de sonidos. A Natalia, por ejemplo, lo que la ayuda a concentrarse es el ruido de la lluvia: “Uso playlists con efectos de lluvia y tormenta y trabajo con ellos de fondo. Recurro a ellos especialmente cuando necesito preparar propuestas innovadoras para clientes, como por ejemplo buscar un naming original para un evento o para imaginar cómo será la escenografía”.
Genera demasiados estímulos
La música es un estímulo más que recibe el cerebro y al que también debe prestarle atención. Y si bien hay canciones que pueden ayudarnos a liberar estrés, también pueden provocarlo cuando los estímulos que el cerebro debe procesar empiezan a ser demasiados.
Tal vez por esa razón, el silencio es la “canción” que escoge Kike. Es psicólogo investigador en el ámbito educativo y mientras trabaja la música no tiene cabida. A pesar de que le encanta, no le beneficia en ese contexto: “Mi trabajo consiste sobre todo en leer mucho, en poder extraer las ideas principales de los textos que leo para hacer una reelaboración y escribir nuevas propuestas. Y para poder hacerlo necesito concentración máxima, absoluto silencio. Necesito incluso mi propio espacio”.
Concentración y silencio van también de la mano para Lourdes, óptica optometrista que trabaja en una clínica oftalmológica. Ella distingue entre espacios: “La música ayuda a crear un ambiente agradable y distendido en la sala de espera, para relajar a los pacientes. Pero cuando entran a la consulta y les gradúo la vista, necesito que haya silencio para poder concentrarme en lo que estoy haciendo. Además, el silencio me ayuda a que la comunicación con el paciente sea más clara”.
Te arriesgas a aislarte en tu propia burbuja
Y si bien, como hemos visto, escuchar tus canciones preferidas puede ponerte de mejor humor, también puede provocar que, sin darte cuenta, acabes ausentándote del espacio en el que trabajas. Si desconectas durante mucho tiempo, tal vez la puedas acabar aislándote de tus compañeros.
Tal vez la vida sin música sería “un espacio en blanco”, como diría la escritora Jane Austen. Pero en un entorno de trabajo, puede que ese espacio en blanco sea el que algunos necesiten para concentrarse. Otros, sin embargo, preferirán llenarlo de color porque sin la música su trabajo tendría una dimensión muy distinta. Y tú, ¿de qué lado estás?
Foto de WTTJ
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