Atención, emociones fuertes: cómo lidiar con la hipersensibilidad en el trabajo
07 oct 2020
10 min
Alegría, ira, miedo, tristeza, sorpresa, asco… Todos podemos pasar por un amplio abanico de estados emocionales a lo largo del día. Estas emociones son esenciales para muchos de nuestros procesos mentales, como a la hora de tomar una decisión, actuar o no ante una situación, e incluso expresar nuestra rabia. Sin embargo, las personas hipersensibles, también denominadas altamente sensibles (PAS), sienten estas emociones básicas con mucha más intensidad que el resto. ¿Cómo se manifiesta esta mayor sensibilidad? ¿Qué impacto tiene en su trabajo y en sus relaciones profesionales, así como en su vida diaria? Desciframos este rasgo de la personalidad, tan valioso como complicado, con la ayuda de Margaux, una directora de comunicaciones diagnosticada como altamente sensible.
¿Qué es la hipersensibilidad?
La hipersensibilidad es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por una mayor emotividad y una respuesta extrema a los estímulos. Cuando se trata de su entorno y sus emociones, así como de las emociones de los demás, las personas altamente sensibles sienten de una manera mucho más intensa que la mayoría. En otras palabras: ya sea positiva o negativa, su respuesta emocional ante una situación determinada puede ser exagerada, lo cual tiene sus pros y sus contras.
Por ejemplo, las personas altamente sensibles son extremadamente empáticas y a menudo se las considera intuitivas, creativas, compasivas, reflexivas, modestas, amables y leales, pero también tienden a ofenderse con facilidad y a sentirse atacadas, y pueden ser irritables, ansiosas, retraídas, susceptibles y con las emociones a flor de piel. Son capaces de percibir las emociones de quienes les rodean y con frecuencia ven avecinarse las tormentas emocionales mucho antes que los demás, tal y como nos explica Margaux. “He perdido la cuenta de todas las veces en que he pensado: ‘Mira, esa persona está enfurruñada, no sé por qué, pero presiento que algo no va bien’”. Aunque la respuesta habitual de la otra persona suele ser que todo está en orden, al final todo siempre resulta como me esperaba, y mi intuición no se equivocaba”. Una persona altamente sensible es, por tanto, extremadamente permeable a los estímulos sensoriales. Según la psicoterapeuta Myriam Vandenbroeke, son capaces de percibir una veintena de estímulos emocionales en situaciones en las que una persona “normal” solo percibe cinco.
¿Cómo se manifiesta?
Este exceso de sensibilidad puede conllevar a menudo un sentimiento de inadaptación social y de incomodidad. El lugar de trabajo se rige por un marco racional de códigos específicos, como la burocracia, el autocontrol y la participación social. Como tal, este entorno puede resultar particularmente angustioso para las personas altamente sensibles, porque desaprueba implícitamente el exceso emocional, a pesar de que, al mismo tiempo, la propia naturaleza del trabajo nos exponga al estrés, a las críticas y a las exigencias de los demás.
Las personas altamente sensibles se estresan mucho más rápidamente y pueden experimentar un continuo agotamiento mental y físico como resultado de sus emociones fluctuantes. Margaux nos cuenta cómo se manifiesta esta intensidad en su vida cotidiana. “Mi cuerpo ya es hipersensible de por sí, siempre tengo o mucho calor o mucho frío, y he tenido bastantes problemas de piel. Básicamente, mi cuerpo lucha por adaptarse a mi entorno. En cuanto a mis emociones, son una montaña rusa, puedo pasar de la euforia a la tristeza en una fracción de segundo, me resulta muy difícil la idea de decepcionar a los demás, y no soporto que mis compañeros o mis jefes levanten la voz. Una crítica demasiado brusca podría hacer que me eche a llorar”.
¿Cómo lo perciben los demás?
Esta respuesta emocional excesiva hace que las personas altamente sensibles sean extremadamente vulnerables a su entorno laboral. A veces les cuesta encontrar un lugar en el mundo profesional porque, como señala Margaux, es toda una lotería. “En mi vida profesional, que hasta la fecha ha sido bastante caótica, ya que a mis 29 años he trabajado en más de diez empresas y en unas cinco profesiones diferentes, mis experiencias han sido o perfectas o desastrosas, pero nunca algo entre medias. En alguna que otra ocasión me he topado con equipos agradables que funcionaban como una familia y donde nunca hubo problemas. Sin embargo, la mayoría de las veces he tenido que lidiar con equipos en los que me sentía incomprendida y marginada. Me sentía como un bicho raro porque el pequeño universo que me rodeaba funcionaba sin problemas, mientras que yo era incapaz de ignorar ciertas cosas o de superar ciertos bloqueos mentales”.
Esta sensibilidad extrema, desconocida para la mayoría, a menudo puede llevar a malentendidos. Margaux puede dar fe de ello. “Tengo una mayor necesidad de reconocimiento que la persona estándar. Por eso, la gente suele pensar que soy una pelota o una creída. Supongo que no es fácil pillarme el truco. Sin embargo, los temperamentos altamente sensibles están muy solicitados en el mundo profesional; se trata de personas profundamente comprometidas y, debido a su aguda atención al detalle y a su innata capacidad de observación, siempre van más allá de lo que se espera de ellos en el ámbito laboral. Cualquier equipo puede beneficiarse de sus soft skills y de su inteligencia emocional, y además ayudan a fomentar la comunicación, la creatividad y la autenticidad”.
Identificar la hipersensibilidad
Un diagnóstico que carece de reconocimiento
La hipersensibilidad no está reconocida como enfermedad, aunque quienes la sufren pueden recibir ayuda de un psiquiatra o de un orientador personal. Entonces, ¿cómo saber si se sufre de hipersensibilidad? Para Margaux, esto no fue algo inmediato. “La revelación llegó cuando me di cuenta de que lo que a mí me parecía injusto e inaceptable, para los demás era perfectamente normal y rutinario. Yo pensaba: ‘¿Pero cómo puede ser? ¿Por qué nadie dice nada, con lo mal que lo estoy pasando yo?’. Así que empecé a hablar de ello con personas cercanas a mí, especialmente con mi hermano, y fue él quien me animó a ver a un psiquiatra para entender de dónde venían todos estos bloqueos emocionales, ¡y todo cobró sentido!”. De este modo, la discrepancia entre los sentimientos propios y los de los demás puede servir de brújula para las personas altamente sensibles.
Rasgos comunes
Sin ánimo de elaborar una lista exhaustiva de “síntomas” y establecer un diagnóstico, es posible, no obstante, evaluar la sensibilidad de un individuo teniendo en cuenta los rasgos de personalidad específicos que se observan con frecuencia en las personas altamente sensibles. El Huffington Post ha identificado, con la ayuda de la investigadora Elaine N. Aron, varios rasgos comunes. A continuación se incluyen diez características clave de las personas altamente sensibles:
- Hacen todo lo posible por entender las cosas que les rodean.
- Son muy empáticos y atentos con otras personas y su entorno.
- Prefieren hacer las cosas solos, ya sea en su tiempo libre o en su vida profesional, porque se sienten menos observados y juzgados.
- Tardan más en tomar decisiones porque son más conscientes de las variables, y a menudo les preocupa haber tomado la decisión equivocada.
- Prestan mucha atención a los detalles.
- Trabajan bien en equipo, ya que son precisos, concienzudos, perfeccionistas y saben escuchar.
- Son más propensos a la ansiedad o la depresión.
- Lloran con más facilidad.
- Son más considerados con los demás.
- Son más sensibles a las críticas, por lo que suelen hacer todo lo posible para complacer a los demás y a menudo llegan a parecer demasiado autocríticos.
Factores agravantes
Un ambiente laboral tóxico
La luz, los olores, los niveles de ruido, el espacio personal y la circulación del aire en el lugar de trabajo son detalles que pueden resultar perjudiciales o problemáticos para las personas altamente sensibles, y eso hace que generalmente prefieran trabajar solas, en un lugar tranquilo o en un despacho cerrado.
Al margen de estos requisitos a nivel espacial, este tipo de personalidad necesita un entorno profesional atento, amable y solidario para poder avanzar, un entorno que se rija por la comprensión mutua y que evite los conflictos, los cotilleos y los juegos psicológicos, tal y como explica Margaux. “Tengo una enorme necesidad de reconocimiento, sobre todo cuando se trata de mantener una buena relación con los compañeros de trabajo”. Las personas altamente sensibles no pueden trabajar con cualquiera, y la mayoría necesitan sentirse conectadas con los valores tanto de la empresa como del equipo. La dirección, los matices y la coordinación son detalles que determinan sus preferencias a nivel personal y les permiten prosperar profesionalmente. Con frecuencia se sienten a gusto en profesiones centradas en la atención al cliente o en sectores con valores humanistas.
Un trabajo abrumador
Las condiciones de trabajo o la naturaleza del trabajo en sí, pueden agudizar la hipersensibilidad. Margaux se vio obligada a cambiar de carrera para escapar de un trabajo que no le convenía. “Creo que cada actividad es diferente para cada uno. Yo descubrí que mi talón de Aquiles eran las ventas. He tenido muchos trabajos en ventas, y es un sector muy difícil para una persona hipersensible como yo, porque estás en contacto permanente con la gente. Me sentía eufórica cada vez que hacía feliz a mi equipo y a mis clientes, pero la gente tiende más a decir lo que está mal. Recibía reproches a diario y dejaba que me afectaran. Era insoportable, así que decidí cambiar de trayectoria profesional”.
En este artículo se ofrecen muchos consejos para aprender a manejarse en un ambiente laboral hostil cuando se sufre de hipersensibilidad, y se incluyen tanto ideas de preparación previa mientras se está en casa como técnicas y trucos para gestionar las emociones en el lugar de trabajo, todo ello con el objetivo de hacer la situación más llevadera.
La era de la hiperconectividad
La hipersensibilidad no es ajena a la hiperconectividad, sino que se ve amplificada enormemente por las notificaciones, mensajes, imágenes y demás estímulos que recibimos continuamente a través de correos electrónicos, SMS, redes sociales, aplicaciones y nuestro entorno. Ahora es más difícil que nunca escapar del mundo exterior, y esto hace que nuestro umbral de atención y tolerancia se alcance más rápidamente y que nos veamos abrumados por nuestras emociones.
Aprender a vivir con la hipersensibilidad
Conócete a ti mismo
La hipersensibilidad, especialmente en el lugar de trabajo, puede perjudicar o incluso incapacitar a las personas que la padecen, pero ignorarla es lo último que se debe hacer. Margaux recuerda una total falta de comprensión sobre este tema y la brutal insensibilidad de sus compañeros de trabajo. “Cuando le hablo a la gente sobre mi alta sensibilidad, la respuesta más típica es: ‘Sí, vamos, que te echas a llorar con cualquier comedia romántica’”. Pero eso está muy lejos de la realidad. Tampoco es una debilidad, porque me doy cuenta de que soy más resistente que la mayoría ante ciertas situaciones difíciles. No es fácil conseguir que la gente acepte que eres diferente y que te traten de forma diferente, cuando a primera vista pareces una persona como cualquier otra. A menudo asumen que estás exagerando o que lo haces a propósito, o que esto demuestra una falta de carácter o de confianza en ti mismo, pero eso no es cierto. Soy así desde que nací”.
Aceptar y aprender a convivir con la alta sensibilidad parece ser la mejor manera de convertir este rasgo de la personalidad en un punto fuerte. Para Margaux, la aceptación y la introspección fueron su salvación. “Lo que me ayudó a sobrellevar mi hipersensibilidad fue, en primer lugar, entenderla y conocerme a mí misma. Creo que muchos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día pueden desaparecer o hacerse más soportables si nos tomamos la molestia de entenderlos. Ahora trato de adelantarme a las situaciones que podrían afectarme negativamente, ya sea simplemente evitándolas o buscando una forma adecuada de solucionarlas”.
A continuación te ofrecemos algunas claves de desarrollo personal que te ayudarán a lidiar con la sobreestimulación emocional:
- Encuentra un lugar apartado o tómate un descanso para poner la distancia necesaria ante un incidente o situación.
- Acepta tus emociones y aprende a expresar tus necesidades y sentimientos.
- Déjate llevar y evita enfocarte solo en lo negativo.
Conocerse a sí mismo consiste en ser consciente de lo que te gusta y lo que no, entender tus límites y asegurarte de que estás preparado para los retos del día a día.
Apaga tus emociones
Otra forma de abordar una tarea o situación difícil es despojarla de toda carga emocional. En lugar de intelectualizar y pensar demasiado en la tarea en cuestión, intenta adoptar el método del deep work o trabajo profundo. Quitarle a una situación su energía negativa, positiva, dolorosa, perturbadora, molesta o exigente estableciendo una franja de tiempo limitada puede ayudarnos a no dedicarle demasiada atención y a aumentar nuestra productividad.
Sobrevivir en la jungla
El mundo profesional puede ser especialmente duro para cualquier persona con alta sensibilidad. A continuación encontrarás una selección de buenas prácticas que puedes incorporar a tu vida profesional diaria para encontrar el equilibrio perfecto entre sentimientos, emociones, situaciones y comportamientos:
- Practica una actividad deportiva y/o creativa que te dé un respiro y silencie tu crítica interior.
- Prepárate para dormir con un ritual de relajación como darte un baño, hacer ejercicios de respiración, meditar o leer, en un lugar tranquilo y con poca luz.
- Tómate descansos regulares para tener un tiempo a solas, liberarte de las tensiones y cargar las pilas.
- Aprende a decir que no para evitar sentirte agobiado por las exigencias de los demás.
Aprende a relativizar las cosas, incluida tu hipersensibilidad
Por regla general, las circunstancias que nos rodean son neutrales. Son los pensamientos que proyectamos sobre estas situaciones los que generan una emoción positiva o negativa, tal y como explica la profesora de psicología Lisa Feldman Barrett en su charla TED de 2017.
Según la profesora Barrett, podemos controlar nuestras emociones aprendiendo a dirigir nuestros pensamientos. Margaux parece haber puesto en práctica esta teoría al convertir su hipersensibilidad en una ventaja. “A día de hoy, me gusta mi hipersensibilidad. Creo que tengo suerte de poder sentirlo todo al 3000%. Aunque a veces sufra mucho, también es lo que me hace extremadamente sensible a lo que me rodea, lo que me hace preocuparme, y lo que me empujó a fundar mi organización benéfica. A veces tengo la impresión de que la gente va por la vida con anteojeras para que su día a día sea más llevadero. Yo no me las pongo, y no pienso hacerlo nunca”, explica.
Así, todo es relativo, y depende de nosotros poner las cosas en perspectiva para moderar, ralentizar o cambiar nuestra forma de pensar respecto a lo que una vez pareció problemático. Esta es la estrategia de Margaux para lidiar con su hipersensibilidad. “Me estoy volviendo indiferente a lo que otras personas piensan de mí, si les caigo bien, pues genial, y si no, pues no pasa nada. Por fin me he dado cuenta de que tengo derecho, como cualquier otra persona, a afirmar mi posición y mis emociones, y sobre todo, a decir que no”.
A pesar de que la sociedad en general, y el lugar de trabajo en particular, suele valorar los rasgos de personalidad extrovertidos, como la sociabilidad, la confianza en sí mismo y el atrevimiento, la hipersensibilidad constituye sin duda una ventaja profesional. Puede que ser una esponja emocional sea todo un reto, pero también permite observar el mundo de manera diferente, siendo plenamente consciente de los demás y del entorno, con una mente alerta, reflexiva, empática y tan intuitiva como analítica. Prueba de ello es el enorme éxito de los libros sobre hipersensibilidad, como la Guía de supervivencia para personas altamente empáticas y sensibles de Judith Orloff, Personas altamente sensibles de Sylvia Harke o Manual de trabajo para la persona altamente sensible de Elaine N. Aron. Parece que la sensibilidad por fin está obteniendo el reconocimiento que se merece.
Traducido por Rocío Pérez
Foto de WTTJ
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