Promocionar África gracias a los videojuegos: la misión de Teddy Kossoko
09 abr 2019
8 min
Teddy está al mando de Masseka Game Studio y su objetivo es utilizar los videojuegos para transmitir su mensaje y dar a conocer la verdadera África. El joven emprendedor trabaja con historiadores del CNRS para que el diseño de sus videojuegos refleje el paisaje cultural de la forma más auténtica posible. Cuando uno habla con Teddy se queda sorprendido por la madurez que demuestra, tanto en su manera de razonar como en sus ganas de cambiar el mundo.
¡Hola Teddy! ¿Puedes presentarte?
Mi nombre es Teddy Kossoko, tengo 24 años y soy el fundador de Masseka Game Studio, el primer estudio de creación de videojuegos europeo dedicado al mundo africano. Paralelamente, trabajo en Capgemini como ingeniero de software.
Nací y crecí en la República Centroafricana. Mi padre era muy estricto y enseguida me enseñó el sentido de la responsabilidad. Era muy joven cuando tomé la decisión de intentar conseguir el éxito por mí mismo creando mis propias oportunidades. Mi padre tuvo una gran influencia durante mi juventud y siempre me animó a trabajar mucho.
¿Cómo fue tu etapa escolar en la República Centroafricana?
Empezaré diciendo que tuve muchos problemas en el instituto. En la República Centroafricana (RCA), si un profesor quiere perjudicar a un alumno, puede hacerlo fácilmente. A veces los profesores consiguen incluso que un alumno suspenda la selectividad tirando de su red de contactos, y eso que los exámenes son anónimos. Unos amigos y yo fuimos los primeros en denunciar la corrupción que existía entre el profesorado a través de la primera edición del periódico del instituto. Evidentemente, los profesores no se lo tomaron muy bien, ¡hasta nos expulsaron del colegio durante una semana! Nuestros padres tuvieron que poner una denuncia para que nos volvieran a admitir. Y el ambiente diario, francamente, no era fácil.
Yo sabía que hacía varios años que ningún alumno había conseguido aprobar la selectividad francesa. Así que decidí tomármelo como un reto, para demostrarme a mí mismo que con esfuerzo y trabajo todo es posible. Además, sabía que aprobar la selectividad francesa me abriría muchas puertas y me garantizaría un diploma, aunque mis profesores intentaran que suspendiese la prueba de selectividad centroafricana.
Creo que fue la época de mi vida en la que más me esforcé. El contenido de ambos exámenes era completamente diferente por lo que tuve que aprender español en menos de un año para poder presentarme a la selectividad francesa.
En la RCA, si un profesor quiere perjudicar a un alumno, puede hacerlo fácilmente. Unos amigos y yo fuimos los primeros en denunciar la corrupción que existía entre el profesorado a través de la primera edición del periódico del instituto.
¿Y tu primer año en Francia?
Al final aprobé las dos selectividades y entré en el Instituto de Tecnología de la Universidad de Blagnac, en septiembre de 2012. En realidad había cursado el bachillerato científico en el instituto para estudiar medicina. Pero cuando salí no me veía estudiando ocho años antes de trabajar. Tenía ganas de ponerme a crear algo rápidamente e intentar cambiar el mundo. Así que al final opté por dedicarme a la informática.
Era la primera vez que pisaba Francia y descubrí un mundo nuevo. Estaba a la vez nervioso y asustado. Pero enseguida me sentí como en casa, sobre todo gracias al apoyo de mis profesores, que me ayudaron mucho. Fue una época de mi vida muy complicada porque no sabía mucho de informática, aunque me encantaba. Solo conocía las funciones básicas de un ordenador, poco más… Me pusieron un dos en los primeros parciales, la peor nota de la promoción, y eso que yo estaba acostumbrado a estar siempre entre los mejores.
Me di cuenta de que tenía que ponerme las pilas rápidamente si no quería acabar completamente perdido. Así que me esforcé el doble, pasaba mucho tiempo estudiando las lecciones por adelantado, para poder hacer preguntas durante las clases y estar seguro de entenderlo todo bien. Así es como conseguí salir adelante y terminar entre los 25 mejores de mi promoción, formada por 100 personas.
Era la primera vez que pisaba Francia y descubrí un mundo nuevo. Estaba a la vez nervioso y asustado. Pero enseguida me sentí como en casa, sobre todo gracias al apoyo de mis profesores, que me ayudaron mucho.
¿Cuál fue tu primera experiencia profesional?
Después de mis estudios en informática, hice un máster MIAGE (Métodos Informáticos Aplicados a la Gestión de Empresas). Lo hice básicamente para cumplir con la promesa que le había hecho a mi madre: dedicarme a la informática aplicada a las empresas. Trabajé en alternancia en el Instituto Nacional Francés de la Investigación Agronómica. Cuando terminé mis estudios, un amigo que trabajaba en Capgemini mandó mi currículum internamente y me llamaron cinco minutos después. Fui a verlos y, en la primera entrevista, el equipo de recursos humanos me habló del ambiente emprendedor de la empresa y de su laboratorio de innovación. Eso fue lo que me convenció y me animó a empezar a trabajar con ellos. Fue en julio de 2017. A partir de ese momento, no solamente he podido trabajar en sectores muy interesantes como el sector espacial, en el que hoy estoy creciendo profesionalmente, sino que también he podido desarrollar mis propios proyectos en el laboratorio de innovación.
Hablando de tus proyectos, ¿cómo se te ocurrió hacer videojuegos?
Entre mi paso por el Instituto de Tecnología de Blagnac y mi máster MIAGE, decidí hacer un viaje por Europa para descubrir nuevas culturas y entender la visión que tienen los europeos de África. En aquel momento me di cuenta de que, para muchos, África es como una caja opaca y no saben realmente qué hay dentro de ella. Cuando volví a casa, me propuse intentar dar a conocer el continente africano al mundo de una manera diferente. Durante mis primeros años en Francia, me di cuenta del poder de los videojuegos. En el Instituto de Tecnología, por ejemplo, la gente se pasaba el día jugando, con el móvil, la consola o el ordenador. Fue mi primer contacto con la cultura geek, que no existe en la RCA, y pensé que podía hacer algo relacionado con ella. Como los videojuegos tenían una gran capacidad de captar la atención de la gente, quizás podría usarlos para transmitir mi mensaje y promocionar África desde una mejor perspectiva. Entonces empecé a desarrollar Kissoro Tribal Game.
El Instituto de Tecnología fue mi primer contacto con la cultura geek y pensé que podía hacer algo relacionado con ella. Como los videojuegos tenían una gran capacidad de captar la atención de la gente, quizás podría usarlos para promocionar África desde una mejor perspectiva.
Háblanos de tus videojuegos.
En 2014 lancé Schmup, mi primer videojuego. Es un videojuego de disparos con el que pude perfeccionar mis conocimientos de desarrollo para Android. Después aprendí a utilizar el motor de videojuego Unity 3D, más eficaz para crear juegos más complejos. Pero fue con el juego Kissoro Tribal Game cuando las cosas empezaron a ir realmente en serio. El personaje principal es el joven Elikiya que, para salvar a su reino de la guerra, debe ganar un torneo de kissoro, un juego que tiene la particularidad de estar presente en todos los países africanos, aunque en versiones diferentes. Conseguimos llegar a las 13.000 descargas en dos meses y hoy siguen aumentando, a un ritmo de unas 50 descargas al día.
Ahora mismo estamos desarrollando un juego que se llama Les aventures de l’inspecteur Guimonwara (“Las aventuras del inspector Guimonwara”). Su protagonista, un inspector muy brillante, pero alcohólico, recurre a un morabito (ermitaño en la religión musulmana, ndrl) para retroceder en el tiempo y tratar de investigar el asesinato de su hermana. Pero aterriza en pleno imperio songhai, en el siglo XV, justo después de la muerte de Sonni Alí, al que él no conoce, pero cuyo asesinato podría tener relación con el de su hermana. También estamos trabajando en un segundo juego: La légende de Mulu.
¿En qué te inspiras? ¿Dónde buscas la información?
Gran parte de los juegos que estamos desarrollando ahora están basados en hechos reales que conocemos gracias a la tradición oral, que era la norma en África antes de la aparición de la escritura. A eso le añadimos ficción, sobre todo a los personajes y a sus historias, para hacer que el juego resulte interesante y, sobre todo, divertido. Como hay muy poca información en Internet, trabajamos con historiadores para poder reproducir adecuadamente los antiguos reinos en los que transcurren las aventuras. Trabajamos mucho con el Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS) y nos esforzamos para que las historias sean lo más auténticas posible y así poder transmitir mensajes que no disten mucho de la realidad.
Trabajamos con historiadores para poder reproducir adecuadamente los antiguos reinos en los que transcurren las aventuras. Nos esforzamos de verdad para que las historias sean lo más auténticas posible.
¿Qué mensaje quieres transmitir a través de tus videojuegos?
Con Les aventures de l’inspecteur Guimonwara queremos dar a conocer la historia de la región centroafricana y la figura del morabito, a menudo caricaturizada en las películas occidentales. Para Kissoro, la idea era poner en escena un conflicto entre tribus, pues se han dado muchos en la historia de África, y ver de qué manera puede resolverse con medios pacíficos. El objetivo es transmitir a los jóvenes de hoy que deben ser (al igual que el personaje principal) artesanos de la paz y capaces de proponer ideas nuevas.
Por otro lado, con La légende de Mulu nuestro objetivo es mostrar los pueblos primitivos de África, hoy amenazados por la globalización. Se trata de pueblos que viven en armonía con la naturaleza y extraen de ella conocimientos, comida, medicamentos, etc. La idea es que el jugador de alguna manera “viaje” y se ponga en la piel de estos pueblos, cuya vida se ve marcada únicamente por el paso de las estaciones.
¿Nos hablas de tu estudio Masseka? ¿Cómo lo ves en el futuro?
Masseka está formado por tres personas en Francia (un diseñador gráfico, un guionista y yo) y otras tres personas en Camerún. Desde el punto de vista comercial, en realidad no desarrollamos el primer videojuego con la intención de que fuera rentable, pero ahora sí estamos desarrollando los siguientes con el objetivo de poder generar ingresos. Estamos intentando recaudar fondos para asegurar el pago de los salarios de todos hasta que podamos vivir de nuestros juegos.
La idea es conseguir desarrollar todo un mundo relacionado con África, comparable a los mangas japoneses o los cómics en Estados Unidos, y que la empresa crezca y alcance un tamaño importante. Por este motivo tratamos de conservar cierta homogeneidad gráfica en todos nuestros juegos, para ir creando una identidad de marca fuerte y fácilmente reconocible.
Paralelamente, tenemos otro ambicioso proyecto, que consiste en concebir una tienda de aplicaciones móviles dedicada a África. Cabe mencionar que en África muy poca gente tiene tarjeta de crédito, pero cada vez más africanos tienen teléfono móvil. Queremos proponerles medios de pago adaptados, para que puedan tener acceso a todo tipo de aplicaciones de pago en sus móviles.
La idea es conseguir desarrollar todo un mundo relacionado con África, comparable a los mangas japoneses o los cómics en Estados Unidos.
¿Cómo consigues compaginar tu trabajo con tu estudio creativo?
A menudo trabajo 20 horas al día pero, como he dicho antes, estoy acostumbrado a trabajar mucho desde el instituto. Además, aunque las dos actividades son muy distintas, procuro mezclarlas. Por ejemplo, cuando estoy en Capgemini intento promocionar nuestros videojuegos. Como el ambiente de la empresa es muy emprendedor, obtengo numerosas respuestas, ya sea por parte de usuarios, inversores potenciales o incluso de arquitectos de soluciones que me aportan su experiencia en materia de creación y de puesta en marcha de aplicaciones.
Ambas actividades se han vuelto compatibles de manera natural. Mis compañeros de Capgemini enseguida vieron lo que publicaba en LinkedIn y mostraron mucho interés. Incluso mi mánager actual, que también ha hecho sus primeros pinitos en el mundo de los videojuegos, me apoya constantemente y entiende mis obligaciones horarias, así que puedo llevar a cabo ambas actividades de forma paralela.
¿Qué te ha aportado hasta ahora tu aventura emprendedora?
El estudio Masseka ha provocado mucho entusiasmo en la RCA. Los jóvenes están orgullosos del éxito que ha tenido y la embajada de Francia allí trata de aprovechar dicho entusiasmo para reunir a los jóvenes y animarles a viajar y a emprender. Eso me hace muy feliz.
A nivel más general, las reacciones que me llegan son muy positivas, incluso testimonios de jóvenes que se inspiran en mi trayectoria para lanzarse. Eso me hace estar doblemente orgulloso.
Desde el punto de vista personal, emprender me ha permitido, más allá de las dificultades a las que me he tenido que enfrentar, conocerme mejor a mí mismo. He aprendido mucho sobre el valor del dinero, sobre la importancia de saber abrirse al mundo y conocer a gente nueva para aprender de ella, ya sea sobre temas creativos, técnicos o financieros, y de seguir creciendo diariamente. Además, en mi intento de que los demás conocieran África, yo también la he vuelto a descubrir.
En mi intento de que los demás conocieran África, yo también la he vuelto a descubrir.
Traducido por María Gutiérrez Alonso
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