Cómo afrontar la ansiedad en momentos de incertidumbre laboral
26 mar 2020
4 min
Freelance Content Creator
En el contexto actual, es muy posible que muchos de nosotros tengamos que enfrentarnos a un futuro laboral incierto (disminución de la demanda, despidos y ERTE, una situación de desempleo que amenaza con prolongarse…). Y aunque es normal que toda esta incertidumbre genere en nosotros estrés o ansiedad, podemos aprender a gestionarlos. Te contamos cómo.
Según la SEMI (Sociedad Española de Medicina Interna), “la ansiedad es un mecanismo adaptativo que nos permite estar alerta ante sucesos comprometidos”. En realidad, un cierto grado de ansiedad es necesario ante situaciones peligrosas y puede ayudar a mantenernos concentrados y a afrontar los retos que tenemos por delante. Sin embargo, en algunos casos, este mecanismo funciona de forma alterada y, en lugar de ayudarnos,nos incapacita. Cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades habituales de la persona, entonces se considera un trastorno.
¿De dónde viene la ansiedad?
Elisa Sánchez, psicóloga especializada en salud laboral de Idein, explica que “la ansiedad está relacionada con el miedo y aparece cuando nos encontramos amenazados y sin capacidad para hacer frente a un posible peligro”. Pero no debemos percibirla necesariamente como algo negativo: según la experta, todas las emociones son imprescindibles y actúan como “los pilotos que se encienden en el coche para avisar de que hay que prestar atención a algo”.
En este caso, sentir ansiedad nos alerta de una situación que advertimos como peligrosa y para la que no contamos con los recursos necesarios para afrontarla. La luz roja se puede encender por diferentes motivos:
Causas circunstanciales: hechos traumáticos como un accidente de tráfico o un terremoto pueden provocar elevados niveles de ansiedad. En estos casos, el sentimiento de ansiedad puede desaparecer cuando concluye el problema o bien permanecer durante meses, o incluso años, lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático.
Experiencias vitales significativas: sin llegar a ser traumáticos,los cambios vitales en el presente (como las alteraciones en el ámbito laboral) pueden desencadenar episodios de ansiedad. Esto es normal cuando nos encontramos en medio de situaciones difíciles y negativas, pero puede convertirse en un problema si se prolonga en el tiempo o si se intensifica sin motivo aparente.
¿Qué impacto tiene la ansiedad en nuestro estado de ánimo?
Según la OMS, más de 260 millones de personas sufren trastornos de ansiedad en todo el mundo, y se estima que, junto con la depresión, este desorden supone pérdidas millonarias en productividad cada año para las empresas.
La ansiedad laboral puede aparecer en todo tipo de personas y suele estar relacionado con el estrés, la presión causada por los plazos o el exceso de tareas, una carga mental excesiva o la falta de herramientas para una mejor gestión emocional. El problema es que cuando sufrimos ansiedad ligada al trabajo, nuestros síntomas no se quedan en la oficina, sino que acaban colándose a las demás áreas de nuestra vida, incorporándose a nuestra rutina diaria y afectando a nuestra salud, tanto física como mental.
Por ejemplo, si solo presentamos síntomas leves o moderados y pensemos que hemos aprendido a convivir con ellos en el día a día, la ansiedad puede provocar reacciones exageradas ante determinadas situaciones, generar temores infundados o hacer que nos expresemos con irritación, “lo cual solo esconde el miedo y la incertidumbre que no pueden ser canalizados”, aclara Sánchez.
Los síntomas no mienten
Ante un posible peligro, este mecanismo adaptativo entra en acción y se activa nuestro sistema nervioso autónomo simpático con una respuesta impulsiva: “nuestras pupilas se dilatan, aumenta la salivación y la tensión muscular, nuestro cuerpo pide glucosa y el corazón bombea más rápido”, explica la psicóloga. Y si bien esta respuesta automática del organismo puede ser útil en un momento puntual, resultará muy perjudicial si se prolonga en el tiempo.
Entre los síntomas que indican que estás sufriendo ansiedad y que esta puede interferir en tu vida cotidiana se encuentran:
- Tensión muscular y cambios en las rutinas o en los ciclos del sueño (nos despertamos a media noche o nos cuesta conciliar el sueño).
- Movimientos involuntarios o tics corporales.
- Inseguridad, tanto a la hora de hacer una tarea como de relacionarnos con nuestro entorno. También se puede mostrar en forma de agresividad.
- Imágenes o pensamientos obsesivos que aparecen en todo momento.
- Bajo estado de ánimo.
- Problemas estomacales o dolores recurrentes de cabeza.
- Patrones de alimentación alterados. A este respecto, Elisa Sánchez puntualiza: “es frecuente confundir la ansiedad con el hambre e ingerir más comida de la normal”.
4 consejos para plantarle cara a la ansiedad
1. Cambia el foco de atención y céntrate en tu rutina
Evita dar vueltas a aquello que te inquieta y deja de rumiar los problemas durante horas o incluso días. Para la experta en salud laboral, “es normal sentir miedo ante los cambios”, pero lo que debemos recordar es que ese miedo también nos ayuda a ser prudentes, muy útil en situaciones de crisis. Utiliza esa la prudencia para trazar un plan B realista que te ayude a transformar las situaciones que te provocan ansiedad.
Para lograrlo, pon el foco en lo que depende de ti. “En situaciones de inestabilidad o caóticas, las rutinas son muy útiles porque nos ayudan a centrarnos”, explica Elisa Sánchez. Aparca los pensamientos en bucle y asume que no puedes tener el control de todo, sobre todo en las situaciones imprevisibles. Establece un horario y, en la medida de lo posible, cíñete a él.
2. Identifica la fuente de la ansiedad
Piensa en aquello que te inquieta, enumera tus preocupaciones y anótalas. Debes detallar todo cuanto te preocupe de manera específica y concreta. Cuando haya pasado un tiempo, vuelve y relee lo que has anotado. Este ejercicio “puede ser muy útil para aquellas personas que tienen dificultades para expresar sus emociones, ya que les resultará más fácil escribirlas”, aconseja Sánchez. Aquí lo importante es que, tras leerlos, comprendas qué es lo que te provoca esa ansiedad y aprendas a identificarlo en futuras ocasiones.
A continuación, pregúntate qué puedes hacer para cambiar la manera en que reaccionas ante el estrés o el miedo. Sánchez también nos anima a “escribir respuestas positivas sobre cómo nos gustaría tomarnos estas situaciones”. De esta forma, “nos centraremos en nuestras emociones y no en los agentes externos, que no dependen de nosotros”.
3. Aprende a gestionar tus síntomas
Para la experta la clave no está en aprender a controlar las emociones, sino en “gestionarlas y saber regularlas”. Para ello, pueden serte muy útiles técnicas como la meditación o incluso el yoga, aunque Sánchez aconseja que si nunca has practicado técnicas de relajación, comiences con ejercicios más sencillos, preferiblemente que sean guiados, “al menos al principio”. Si andas un poco perdido, en plataformas como YouTube puedes encontrar muchas opciones. Lo habitual es establecer una práctica al día.
4. Acepta que tendrás momentos de tristeza y enfado
Según la experta, las emociones no se gestionan de manera lineal, sino que lo habitual es atravesar varios estadios emocionales y “experimentar etapas de enfado e incluso momentos de ira”. Si logras mejorar tu capacidad de resiliencia, acabarás por aceptar estas fases de manera saludable y positiva. Pero mientras tanto, intenta ser comprensivo contigo mismo y no te culpes por sentir altibajos. Forman parte del proceso.
Foto de WTTJ
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