El secreto de los líderes del futuro: la humildad
15 jul 2020
5 min
En un momento en que el desencanto con el trabajo y la crisis de la gestión están más presentes que nunca en las organizaciones, hace falta una reflexión fundamental sobre el nuevo concepto del liderazgo. Y las pistas apuntan a la noción de humildad. ¿Será la figura del “mánager humilde” el remedio que necesitamos contra la desmotivación? ¿Qué estilo de gestión debemos poner en práctica para conseguirlo?
“Un gran líder es ante todo un sirviente, y este simple hecho es la clave de su grandeza”. Robert K. Greenleaf
Ponerse al servicio de un equipo o una empresa demuestra una gran lucidez sobre las propias limitaciones. ¿Pero puede uno mostrar autoridad, inspirar y liderar un equipo, al tiempo que expone sus debilidades o se muestra simplemente “humano”? Parece difícil de creer en una era en que los storytellers y los CEO importados de Silicon Valley inundan las redes sociales profesionales. Aunque parezca incoherente, el mundo actual parece debatirse entre una creciente exigencia de la verdad en el mundo profesional y la necesidad de dejarse llevar por la imaginación de la mano de líderes carismáticos listos para llevarnos a Marte (¡literalmente!).
Líder-gurú: ¿el fin de un mito?
La figura del director de startup superpoderoso, listo para comerse el mundo, parece estar extinguiéndose poco a poco. Los comportamientos inapropiados llevaron a Travis Kalanick, ex jefe de Uber, a ser acusado de sexismo y megalomanía mediática, mientras que Adam Neumann, de WeWork, conocido por sus ingeniosos discursos, acabó acusado de discriminación. Los inversores están perdiendo la paciencia. Los resultados esperados no se materializan.
¿Estamos ante el declive de la “siliconización” del liderazgo? Algunos factores así parecen indicarlo: la rotación de los gerentes en Estados Unidos está en su nivel más alto desde 2002. En los primeros 9 meses de 2019, un total de 1.160 CEO estadounidenses de compañías con más de dos años de existencia y más de 10 empleados dejaron sus puestos. Esto representa un aumento del 13% en comparación con el año 2018.
En la misma línea, un artículo de la revista MIT Technology Review afirma que la exagerada idolatrización de ciertos empresarios como Elon Musk o Steve Jobs procede de un error de percepción. Numerosos estudios señalan que es, sobre todo, el contexto histórico, cultural, tecnológico e industrial el que favorece la aparición de grandes genios, ¡y no al revés! Sin embargo, esta “mitificación” de los líderes transformacionales se traduce a menudo en una falta de consideración hacia los empleados, que son precisamente quienes contribuyen a su éxito.
¿Qué tipo de líder necesita el siglo XXI?
Según el académico francés Eric-Jean Garcia, los distintos tipos de los líderes que han ido pasando a través de la historia reflejan la evolución de la sociedad y los códigos culturales que la rigen. Así pues, con el tiempo han surgido diferentes discursos de liderazgo importantes y estos “coexisten de múltiples formas en las empresas”. Según el experto, se trata de los siguientes:
A principios del siglo pasado, podemos observar al “líder controlador” inspirado en el movimiento racionalista científico de principios de la Revolución Industrial. Su credo: la eficiencia a través del control. Su preocupación: “maximizar la productividad, que trata de controlar a través del control sistemático del factor humano”.
El “líder terapeuta” surge en la década de 1940. ¿Su máxima? “Un trabajador feliz es siempre más productivo”. Según Eric-Jean Garcia, estos líderes tienen un enfoque humanista y su gestión se centra en el bienestar individual y colectivo. Es una visión todavía muy presente hoy en día, con la gran afición al coaching y al bienestar en el trabajo.
En los años 80, el “líder mesiánico” responde a la necesidad de visión en un entorno global caracterizado por el VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad). Se trata de “un líder visionario y carismático, que impone una cultura corporativa tan fuerte que permite limitar la jerarquía y el control gracias a la confianza y a la lealtad que genera”.
Más recientemente, ha aparecido el “ecolíder”. Sus acciones están guiadas por los “desafíos de la sociedad globalizada e interconectada”. Eric-Jean Garcia explica que “el prefijo “eco” se refiere a la idea de que el mundo está funcionando cada vez más como ecosistemas interdependientes, con límites cambiantes que promueven un liderazgo de tipo lateral”. Se trata de una gestión cuidadosa y transversal basada en la confianza y no en los procesos rígidos.
En 2020, ¿qué nueva forma de liderazgo está surgiendo? ¿Qué tipo de líderes necesitan las empresas del siglo XXI?
Liderar con humildad: ¿la solución para acabar con el desencanto?
Hoy en día, casi una de cada dos empresas no está satisfecha con sus directivos. Este indicador es clave porque refleja las nuevas exigencias empresariales: búsqueda de sentido, nueva relación con la autoridad, democracia participativa, equidad, transparencia… Las nuevas generaciones simbolizan estos valores. De hecho, según un informe de PWC, el 65% de jóvenes creen que la organización tradicional del trabajo (de arriba a abajo, piramidal, rígido) les impide desarrollar su pleno potencial. Para remediarlo, el jefe debe adquirir las siguientes habilidades: saber escuchar (54%), liderazgo (21%), empatía (11%) y humanidad (11%). En el día a día, esto implica más transparencia, empatía y fragilidad. Esto prefigura el surgimiento del “líder sirviente” popularizado por Robert K. Greenleaf. Del mismo modo, Thierry Nadisic, experto en innovación en la gestión, habla de “gestión justa”. Según él, el líder del siglo XXI “debe considerar a sus empleados como socios”. Debe proporcionar apoyo emocional, escucharlos y tratarlos con respeto.
Un creciente número de investigaciones demuestran que la humildad es una cualidad elemental en el liderazgo. ¡Mucho más que el carisma! Uno de los estudios más populares analiza el caso de 11 empresas de éxito. ¿Cuál es la conclusión? Todos sus líderes tienen dos puntos en común: son competitivos, ciertamente, pero sobre todo, muestran humildad. Esta característica juega un papel vital para asegurar la estabilidad y el compromiso de los equipos. De hecho, las investigaciones demuestran que la humildad promueve la colaboración y fomenta el respeto entre los miembros del equipo.
4 consejos para conseguir ser un jefe humilde
¿Cómo reconocer a un jefe humilde? Hay cualidades relacionadas con la humildad que son más fácilmente detectables en el comportamiento diario: un jefe humilde también será modesto, sincero, abierto a los comentarios de sus empleados, agradecido, y poco arrogante.
¿No tienes esos activos? No te apures, hay prácticas de gerencia que te permitirán desarrollar tu “potencial de humildad”. Antes que nada, deja en el cajón tus insignias y los sacrosantos estatutos de la compañía. Luego, intenta adoptar las siguientes actitudes:
Toma conciencia del valor de tus empleados: en lugar de centrarte en los errores o carencias, trata de identificar y valorar los talentos dentro de tu equipo. Los directivos más efectivos son los que ponen el foco en los demás y son lo suficientemente modestos y clarividentes para admitir que pueden beneficiarse de la experiencia de aquellos que tienen menos autoridad que ellos.
Fomenta el crecimiento de tus empleados: el liderazgo a través de la humildad implica la creación de una cultura y un entorno que fomenten el aprendizaje. Se trata de impulsar un proceso de mejora continua que fomente la autonomía y la responsabilidad individual, dos factores claves para la innovación.
Ponte al servicio de tus equipos: cuando alguien acude a ti como mánager, la tendencia es pensar que tienes que encontrar una solución a sus problemas. ¡Pero tú no eres omnisciente! En lugar de intentar resolverlo todo tú mismo, lo que debes hacer es ayudar a tus empleados a que encuentren sus propias soluciones. ¿Tu mejor aliado? Sócrates, con su famosa técnica de la mayéutica: el maestro, por medio de preguntas, hace que el alumno descubra por sí mismo los conocimientos.
Crea un entorno sereno que facilite el trabajo en colaboración: el objetivo es crear un ambiente de trabajo solidario que contemple el derecho a cometer errores, para que de este modo los empleados se animen a poner a prueba sus ideas. Sin juzgar. Este entorno invita a la colaboración y a la iniciativa. Y en particular, ofrecer feedback a los empleados con regularidad, algo que no todas las empresas ponen en práctica, ayuda a construir esta relación de confianza.
Foto de WTTJ
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