Efecto Zeigarnik: por qué no dejamos de pensar en las tareas inacabadas
21 janv. 2021
4min
Journaliste indépendante.
¿No puedes dejar de pensar en ese proyecto que esperabas haber podido terminar hoy? ¿Eres incapaz de desconectar por la noche porque te obsesionan todas esas cosas que tienes pendientes en el trabajo? Hay una razón por la que es difícil dejar de pensar en una tarea inconclusa: el llamado efecto Zeigarnik. Este fenómeno puede tener un impacto en tu vida personal, como cuando eres incapaz de concentrarte en otra cosa que no sea lo que sucederá en el siguiente capítulo de tu serie favorita, pero también en tu vida laboral. ¿De dónde proviene el efecto Zeigarnik, cuáles son sus impactos en nuestro comportamiento y cómo podemos usarlo en nuestro beneficio?
Un café vienés en los años 20
Bluma Zeigarnik, una psicóloga de origen soviético, frecuenta la terraza de un café allá por 1927. Un día, se da cuenta de que los camareros son capaces de recordar una gran cantidad de información a la hora de tomar los pedidos pero, una vez entregados, los olvidan por completo.
Para continuar con sus observaciones, Zeigarnik decide hacer un experimento en el que asigna una serie de tareas sencillas a 138 niños. A la mitad de ellos se les interrumpe al realizar su trabajo, mientras que la otra mitad lo ejecuta completamente sin interrupciones. Una hora más tarde, Zeigarnik interroga a ambos grupos sobre las tareas y descubre que, de los estudiantes a los que no se interrumpió, solo el 12% recuerda con precisión las tareas completadas, mientras que el 80% de los interrumpidos retienen con detalle su trabajo. Más tarde, Zeigarnik repite este experimento con adultos y obtiene los mismos resultados.
Su conclusión es que, a pesar de comenzar con motivación una tarea, hacerla del tirón provoca que se pierdan los recuerdos con mayor facilidad. Si por el contrario, dejamos algo a medias, creando una especie de “suspense”, el cerebro lo recordará con mucha más facilidad y nos impulsará a concluirlo.
El efecto Zeigarnik en el trabajo: ¿una motivación o un obstáculo?
Así pues, el efecto Zeigarnik es el que te permite recordar los puntos más importantes de tu proyecto en curso, pero también es la razón por la que sufres de insomnio al pensar en todo lo que te queda por hacer.
Cuando empiezas una tarea, es más probable que la termines porque esta es la mejor forma de tacharla de tu mente y pasar a otra cosa. En otras palabras, el efecto Zeigarnik es como un empujón que evita la procrastinación y te da la motivación que necesitas para empezar y completar un proyecto.
Sin embargo, este efecto también tiene su lado negativo. Cuando la carga de trabajo es demasiado alta, esto puede generar cierta ansiedad o pensamientos negativos y acabar por desgastarnos. Por ejemplo, podría llevarte a pasar el domingo pensando en las diez tareas más urgentes de la semana siguiente, en lugar de disfrutar del momento presente. Una mente sobrecargada no es buena para nadie.
Afortunadamente, los estudios de Bluma Zeigarnik indican que las únicas tareas que permanecen en nuestra mente son aquellas de alta carga cognitiva. Así pues, si te cuesta moderar tu dedicación a tu empresa y trabajo, establecer un límite entre tu vida personal y profesional te permitiría aprender a gestionar el estrés de una tarea incompleta y reducir la carga mental profesional. En pocas palabras, así como dejar un dibujo incompleto con tu sobrina no debería alterar tu concentración en una reunión, no haber terminado un proyecto profesional no debería impedirte disfrutar del fin de semana.
Otro aspecto que señala la psicóloga es que es más probable que recordemos una tarea que haya sido interrumpida a mitad o al final del proceso, que una que apenas hayamos empezado. La razón es que generalmente hace falta un poco de tiempo antes de que surja el deseo fuerte de terminar la actividad en cuestión.
Este efecto también es, pues, una herramienta al servicio de la memorización. El especialista en memoria John Baddeley profundizó en los hallazgos de Bluma Zeigarnik mediante un experimento en el que pedía a un grupo de estudiantes que resolvieran una serie de anagramas. Los participantes disponían de un tiempo limitado y recibían la respuesta correcta cuando no lograban resolver el anagrama antes de que se agotara el tiempo. Unos días más tarde, cuando se interrogó a los participantes, se reveló que estos recordaban mejor las palabras que no habían conseguido resolver. De este modo, John Baddeley confirmó lo que pensaba Bluma Zeigarnik: que las personas recuerdan más fácilmente las tareas inacabadas o interrumpidas.
¿Cómo sacarle provecho al efecto Zeigarnik en el trabajo?
Cuando tengas una carga laboral muy alta, fragméntala en tareas cortas y empieza con las más sencillas. Esto te permite poner el proyecto en marcha y hará que tengas más deseos de terminarlo. Por el contrario, empezar por la parte más difícil podría desmotivarte debido a la magnitud de la tarea.
Evita el multitasking. Tu cerebro no podrá concentrarse completamente en una tarea nueva si la anterior no está terminada. Es por ello que las técnicas de productividad como el método Pomodoro (dividir el trabajo en sesiones de 25 minutos en las que te centras en una sola tarea, con cinco minutos de pausa entra cada una) son tan eficaces.
Acepta solamente un número reducido de proyectos o favores que puedes hacer a tus colegas (es decir, aprende a decir “no”). Trabajar en demasiados proyectos sin tener tiempo suficiente para terminarlos será contraproducente y aumentará tus niveles de estrés.
Haz listas. Para limitar el lado negativo del efecto Zeigarnik, haz una lista de las tareas que te quedan por terminar al final del día. Esta es la mejor forma de evitar pensamientos que te puedan distraer, porque la tarea se convierte en una “actividad futura”, en lugar de un trabajo “pendiente”.
El efecto Zeigarnik explica, al menos parcialmente, por qué prestamos tanta atención a lo que no hemos hecho y minimizamos lo que sí hemos realizado. Este efecto consume una cantidad considerable de energía mental y emocional, por lo que puede ayudarte a mover montañas, pero también ser una fuente de tensión y estrés constante. Para dominarlo y hacerlo funcionar a tu favor y no en tu contra, es importante que aprendas a soportar la incertidumbre y los vacíos, y que seas indulgente contigo mismo. En principio, el efecto Zeigarnik está ahí para ayudarte, por lo que es mejor que pienses en él como un amigo en lugar de un enemigo y no dudes en sacarle provecho.
Traducido por Andreína Gil
Foto de WTTJ
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