8 consejos para tomar buenas decisiones en tiempos de crisis
21 abr 2020
8 min
Te marchaste precipitadamente de la oficina el día antes del confinamiento y te arrepientes de no haber sabido anticipar mejor lo que iba a ocurrir. Si hubieras sabido que no ibas a regresar durante un tiempo, habrías hecho como tu compañero y te habrías llevado contigo los archivos más importantes e incluso la pantalla del ordenador, lo cual te habría ahorrado muchos dolores de cabeza (y de espalda).
¿Te identificas con esta situación? No eres el único. De haber tenido la información necesaria y el tiempo de prepararte, sin duda habrías hecho las cosas de forma distinta. Esta experiencia te lleva a hacerte muchas preguntas: ¿por qué en tiempos de crisis nos bloqueamos cuando debemos tomar decisiones con rapidez? o ¿cómo adoptar la mejor estrategia para mantener la mente clara y continuar siendo eficaz?
¿Qué impacto tienen las crisis en nuestras decisiones?
¿Cómo funciona habitualmente la toma de decisiones?
Todos reaccionamos de manera diferente ante un acontecimiento imprevisto: algunos tenemos reacciones racionales, otros emocionales o impulsivas, y hasta podemos simplemente quedarnos anonadados. Pero, ¿cómo cambia la forma de decidir en momentos de crisis? Incluso para los especialistas, explicar los mecanismos de la toma de decisiones no es tarea sencilla.
Elegir frente a decidir
En primer lugar, es importante señalar la diferencia entre una elección y una decisión. Según el filósofo francés Charles Pépin, que ha elaborado varias teorías sobre el arte de tomar decisiones, existe una diferencia entre ambos términos: “Elegir es basarse en criterios racionales para después pasar a la acción. Decidir es actuar antes de saber”. Cuando se trata de una situación compleja, en la que es difícil conocer todos los factores que pueden influir en el resultado, decidir equivale a optar por una opción y aceptar la incertidumbre y los riesgos que esta conlleva. Para ello, se requiere mucho coraje, tanto en circunstancias normales como en tiempos de crisis.
Existen varios modelos para explicar los mecanismos de la toma de decisiones:
El modelo racional es uno de los más extendidos y establece que decidir es un proceso por etapas: cuando una persona o grupo detecta un problema, debe identificar las posibles soluciones y evaluarlas de manera objetiva antes de elegir una. El objetivo de esta estrategia es comparar las opciones para optar por la solución más conveniente. Sin embargo, el economista y sociólogo estadounidense Herbert Alexander Simon desarrolló el modelo de “racionalidad limitada”, según el cual es difícil para una persona ser objetiva al cien por cien en sus elecciones. Así pues, se debe seleccionar la opción que se considere más conveniente, aunque no se tenga ninguna certeza.
El modelo político establece que las personas defienden sus propios intereses (o los de su grupo). Por lo tanto, la toma de decisiones es una negociación en la que cada persona defiende su posición en función de sus necesidades o preferencias.
Los modelos “intuitivos” o “naturalistas” hacen hincapié en la importancia de la intuición a la hora de decidir. A veces, nos basamos en nuestro instinto o intuición para tomar una decisión. Hacemos analogías y comparamos la situación actual con situaciones anteriores, lo cual hace que el proceso de decisión sea más rápido. La intuición nos permite encontrar soluciones de manera directa, sin pasar por un proceso lógico y analítico consciente, como explica Janet Metcalfe, doctora en psicología y profesora de la Universidad de Columbia. Así pues, la intuición puede ser un atajo estupendo si la utilizamos de la forma adecuada.
¿Podemos pues afirmar que nuestras decisiones son racionales? ¿O quizás son también un poco emocionales? Según el neurólogo y psicólogo Antonio Damasio, una cosa no excluye la otra. Este científico estadounidense de origen portugués nos recuerda la gran influencia que tienen las emociones en la toma de decisiones.
¿Qué factores de la crisis que influyen en nuestras decisiones?
Cuando estalla una crisis, ya sea económica, sanitaria, política o de otro tipo, es necesario reajustar de forma drástica todo el equilibrio de un sistema. Esta es precisamente la situación en la que nos encontramos actualmente debido a la pandemia mundial. Tomemos como ejemplo el caso de Thomas, responsable de RR. HH. de una sede industrial con 750 empleados en las afueras de París. Debido a la crisis del Covid-19, tanto él como su equipo se vieron obligados a tomar medidas especiales sobre el cierre del centro y la organización del teletrabajo para los empleados en tan solo unos días. Tomar este tipo de decisiones en estas circunstancias no es tarea fácil, sobre todo si tenemos en cuenta los siguientes factores:
El aspecto inédito. La crisis altera el orden habitual de las cosas y esto significa que a menudo las personas no están lo suficientemente preparadas, pues se trata de una situación nueva y desconocida.
La incertidumbre. En un contexto de crisis, hay más incertidumbre que en circunstancias normales, por lo que las personas cuentan con menos información concreta para tomar decisiones apropiadas.
La falta de tiempo. Suele haber menos tiempo disponible para decidir. Así pues, es necesario reaccionar con rapidez, ¡algo que no es nada fácil!
Los desafíos. Las consecuencias de las decisiones tomadas durante una crisis pueden ser significativas desde un punto de vista económico, sanitario o social. Este es el caso, por ejemplo, de los empleados cuyas empresas han presentado un ERTE.
Siguiendo con el mismo ejemplo, para hacer frente a la crisis, Thomas y su equipo tuvieron que tomar decisiones con rapidez, sin tener tiempo de analizar todos los factores con antelación: “Era difícil ver las cosas con claridad, pues las reglas cambiaban constantemente; primero nos decían una cosa y después todo lo contrario. Las instrucciones se volvían contradictorias de la noche a la mañana”.
Según Daniel Kahneman, especialista en psicología cognitiva y Premio Nobel de Economía, durante las situaciones que comportan urgencia, incertidumbre o cuando existe una gran cantidad de información, las personas simplifican inconscientemente su esquema mental para poder decidir con rapidez. Sin embargo, este funcionamiento intuitivo es más vulnerable a los sesgos cognitivos. Así pues, ¿cómo tomar buenas decisiones en estas circunstancias?
Cómo optimizar la toma de decisiones y evitar conflictos con tus compañeros
1. Céntrate en los objetivos comunes
Con el fin de facilitar la toma de decisiones, tanto a nivel individual como colectivo, es importante basarse de una forma sistemática en los objetivos principales que deben ser alcanzados. Pregúntate ¿cuál es el objetivo de esta decisión y qué problema debe solucionar? Para Thomas, basarse en una visión común le ha permitido mantener un buen ambiente laboral y tomar las decisiones adecuadas durante la pandemia: “Es necesario entender el sentido de la decisión, es decir, definir la meta y el contexto antes de tomar medidas”. Por ello, la organización de las reuniones sobre la crisis promovidas por su compañía ha ido evolucionando en función de los hábitos: “Tenemos un orden del día y debemos tomar una decisión al final de cada reunión”. Como resultado, las reuniones se han vuelto más breves, más eficaces, más periódicas y, en pocas palabras, ¡más fructíferas!
2. Analiza las diferentes posibilidades y evalúa los riesgos
Tanto en tiempos de crisis como en situaciones normales, es necesario evaluar las distintas opciones, día tras día, para encontrar en cada momento la mejor solución. Para ello, es fundamental evaluar los riesgos y las consecuencias que cada opción conlleva para la empresa. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las situaciones pueden cambiar de la noche a la mañana. Así lo explica Thomas, que se vio obligado a instaurar el teletrabajo para todos los empleados a partir del 17 de marzo, con el fin de reducir el riesgo de contagio, a pesar de que su compañía había planificado la implementación progresiva por turnos para mantener la actividad sin riesgos. Así pues, la decisión final que se tuvo que tomar no formaba parte de las opciones previstas al principio.
3. Mantén una actitud flexible y proactiva
Por supuesto, es importante hacer planes, pero siempre manteniendo una actitud flexible y proactiva en caso de que haya cambios. Uno de los aspectos más importantes a la hora de tomar decisiones en tiempos de crisis es la gestión de los imprevistos. Aunque seamos previsores, es imposible prepararse para todas y cada una de las eventualidades y, a veces, es necesario hacer un cambio radical, tal y como le ocurrió a Thomas: “Al principio de la crisis sanitaria, pasamos una semana haciendo listas de trabajadores a los que se aplicaría un ERTE, hasta que nos dimos cuenta de que para algunos de ellos esto no era una opción, de acuerdo con los criterios fijados”. Por lo tanto, lo mejor es ser flexible y mantener la calma cada vez que debas cambiar de estrategia.
4. Controla tus reacciones emocionales
Una crisis puede desestabilizarte con facilidad y es difícil ser responsable de cuestiones delicadas si estás preso de tus emociones. Para Thomas, la crisis actual ha sido una montaña rusa emocional: “Al principio, tenía la impresión de estar dentro de una lavadora, ya que pasas por momentos muy estimulantes pero después debes hacer frente a situaciones estresantes y frustrantes. Por ejemplo, puedes dedicar todo el día a un proyecto y tener que tirarlo a la basura esa misma noche”. Aunque algunos períodos de crisis pueden estresarte hasta el punto de afectarte físicamente (cansancio, irritabilidad, insomnio, etc.), es esencial que retomes el control de tus emociones para poder tomar buenas decisiones.
5. Evita las trampas del sesgo
Al igual que tus emociones pueden ser un obstáculo a la hora de tomar una decisión, algunos de tus razonamientos se pueden ver afectados por sesgos cognitivos que te lleven a tomar malas decisiones. Por ejemplo, durante una crisis, existe el sesgo de aversión a la pérdida, según el cual, cuando tienen dudas, las personas tienden a elegir la opción menos costosa. También está la “falacia del coste hundido”, que hace que un individuo permanezca en una situación no favorable si ha invertido recursos en ella. Otro sesgo muy común cuando uno no sabe qué opción elegir es el sesgo de conformidad: para las empresas, por ejemplo, este podría manifestarse en la tentación de ver qué hacen las demás compañías para luego implementar medidas similares, sin arriesgarse demasiado. Evitar los sesgos es importante, pero también complejo, por lo que es importante ser consciente de ellos.
6. Confía en tu intuición
La intuición te permite ganar tiempo a la hora de tomar una decisión. ¿Te parece ilógico? Pues, ¡todo lo contrario! La intuición está asociada a la memoria emocional de los acontecimientos, lo cual te lleva a tener una especie de reacción instintiva basada en tu experiencia. Por lo tanto, se trata de un elemento muy importante dentro de los mecanismos de toma de decisiones. De hecho, según Albert Einstein, la intuición es nuestro mejor aliado: “La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente”.
7. Cuida la comunicación con tus compañeros
La comunicación siempre es importante, y sobre todo, ¡en épocas de crisis! Estar atravesando una situación de emergencia no es excusa para que los trabajadores no estén informados de las negociaciones en curso o de las decisiones tomadas. Si tus compañeros no se sienten implicados en la vida de la compañía, podrían cooperar menos a la hora de cumplir con las decisiones que se tomen. “Lo que nos ha dado mejores resultados ha sido comunicarnos adecuadamente, coordinarnos, ponernos de acuerdo sobre los objetivos, establecer una visión de futuro común y volver a darle sentido al trabajo que realizamos, para que todo el mundo se mantenga al día”, explica Thomas. En su compañía, se ha logrado negociar y firmar, sin inconvenientes y de manera unánime, un acuerdo entre RR. HH. y los representantes del personal sobre las medidas de emergencia para todos los trabajadores.
8. Avanza, aunque luego debas rectificar: la decisión perfecta no existe
Debido a que nunca puedes controlar todos los factores durante una crisis, es necesario saber tomar decisiones para poder avanzar, incluso si ello implica cambiar varias veces de estrategia. No siempre es fácil encontrar el equilibrio entre esperar a tener más información y avanzar a ciegas, pero lo que hace que una persona sepa tomar decisiones es su capacidad de escoger una opción, así como de cuestionar las decisiones tomadas con el fin de mejorar las estrategias. Con o sin crisis, decidir implica determinar qué paso dar a continuación, lo que puede ser estresante y conlleva una gran responsabilidad. Por lo tanto, la mejor opción es aceptar que no existe la solución perfecta.
Toda crisis pone a prueba no solo la capacidad de tomar decisiones, sino también la capacidad de adaptación. Ante la falta o el exceso de información, o peor aún, ante la información contradictoria, es importante ceder y aceptar la incertidumbre y el riesgo inherentes al proceso de toma de decisiones. Así pues, para encontrar una solución que se adapte a la situación a largo plazo, lo mejor es tener siempre en cuenta los objetivos finales.
Traducido por Andreína Gil
Foto de WTTJ
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